lunes, 14 de diciembre de 2015

Palabras Humberto Burotto - 5 de abril


Dedico esta nota a aquellos que al igual que yo salieron a las calles a protestar contra la dictadura.
A aquellos que fueron perseguidos, a los que estuvimos presos.
A aquellos que fuimos torturados y/o exiliados por causa de la justicia.
Se me vienen a la mente los miles de estudiantes que lo arriesgaron todo por la libertad de nuestra patria. O a aquellos jóvenes, adultos y viejos que salimos a las calles caminando de casa en casa para lograr el triunfo del NO.
Recuerdo especialmente a los que no estan ahora con nosotros por que perdieron sus vidas bajo un régimen despiadado. Dedico esta nota a mi amigo Mario Martinez semilla de libertad.
Tanto melodrama Burotto, ¿no estarás exagerando? No, rotundamente no, no exagero.
Me niego a aceptar lo que esta pasando, me niego a aceptar que estamos condenados a llamar democracia a un sistema que permite que el voto del pueblo sea torcido por la billetera del poder.
Me niego a aceptar que los parlamentarios son “electos” a la hora de subordinarse al capital de empresarios o grupos económicos y que la elección es solo una ceremonia formal para “legitimar” su investidura.
Me niego a aceptar que el término democracia pueda ser trastocado al extraérsele la ética y como en la antigua alquimia transformarlo en oro.
Me niego a aceptar que los medios dan lo mismo y que solo el fin justifica lo que sea. Eso es un engaño de los predicadores de la sumisión al poder de facto.
Me niego a ser amedrentado para callar la denuncia de la corrupción y el cohecho por que puede venir un supuesto fantasma del populismo, o porque algún militar se puede sublevar. Vayan a meterle miedo a quien no haya conocido y vencido el temor real, ante asesinos reales. No nos venció el miedo antes, no tenemos miedo hoy día.
Me niego a aceptar mas chantajes acerca de la gobernabilidad, la estabilidad o la transición que pretende justificar el silencio o la mentira frente al fraude o la frescura.
Yo digo que no se puede servir a dos señores. O se opta por el pueblo o te sometes a las oligarquías
En la década del sesenta, es cierto, se criticó tanto la democracia formal, que al final terminaron debilitando la democracia substantiva, la de los derechos de las personas. Pero estaba en juego lo mismo que hoy día, la validez del camino del voto para hacer a los pueblos dueños e su destino.
De extinguirse el camino democrático, de convertir en caricatura la opinión de los pueblos, el dilema del voto o el fusil se decantaba hacia las soluciones de fuerza, que tanto han hecho padecer a nuestros pueblos de este continente.
Nuestras generaciones estamos a prueba para demostrar que somos capaces de construir y compartir un orden social, en el cual la justicia, la equidad y la solidaridad son vividas e implementadas con la gente y no contra o a pesar de ella. Y que ese orden de progresiva realización humana (liberación), se hace privilegiando a la persona humana por sobre el capital. A eso le llamamos democracia, a un sistema en donde las mayorías respetando a las minorías dirigen o deciden, y no las oligarquías enquistadas en el poder económico, o político.
Me niego a creer que estoy condenado por que creo en la consecuencia con los valores humanistas de mi credo, a ser aislado por ingenuo, idealista o problemático.
Yo digo que mi actitud es la única práctica y verdaderamente realista, pues propone unir teoría con la práctica y no divorciarlas olvidando los principios.
Y yo te digo a ti que estas indignado que no olvides la esperanza, que hemos pasado momentos peores y hemos demostrado la fortaleza de los pacíficos y la firmeza de los convencidos

jueves, 26 de noviembre de 2015

Lo que impera

Me gustaría saber la idea de Séneca ante las últimas cosas que me han pasado. De verdad que estoy en un gran momento de mi vida. Lo estoy disfrutando sin pensar tanto en las dificultades del futuro. De alguna manera esto es parte de las recompensas, de hacer bien las cosas, o tratar de hacer bien las cosas como dice Alexis Sánchez en las entrevistas.

Hace algunos meses escribí que cuando llegara este momento lo iba a lograr todo, porque verdaderamente así lo he sentido siempre. En las mañanas caminando al trabajo imagino que el presente es concreto y el futuro posible de dilucidar de una u otra manera. Habito incertidumbres que puedo y me gustan. Las esperanzas están intactas y el desaliento susceptible de vencer ante cualquier adversidad que me toque sortear. Agradezco verdaderamente las experiencias y los rostros que me han ayudado a llegar hasta aquí. Hacia adelante mi proyecto de vida ya fue decidido. Quienes me acompañarán a vivirlo merecen que entregue lo mejor de mi hasta el día en que me muera. No podría ser de otra manera y no será de otra manera.




miércoles, 11 de noviembre de 2015

Ruta 68

El bus debería haber llegado hace veinte minutos y un perro me mira esperando que le siga tirando pedazos de un sandwich que estaba destinado a ser compartido. No sé si esta rutina se extenderá mucho tiempo, pero lo cierto es que me ha provocado un anhelo profundo de regresar para estar más cerca. Algo me dice que ha llegado la hora de partir, como un buen viajero que arriba a la decisión de emprender vuelo nuevamente. Seguramente extrañaré Concepción, pero este reencuentro con Santiago y sus miles de paisajes urbanos me han calado hondo. Es probable que en este regreso encuentre algún rastro de ella en otras mujeres. En realidad pido apenas una dosis de complicidad y mesura en alguna que me logre cautivar completamente. Porque es un poco agotador conocer mujeres tan banales e intrascendentes todo el tiempo. 

El bus llegó y me subi a dormir. Traté de dormir con todo el sueño de un día intenso, y es imposible. En estos días me pregunto si es que acaso ella se acordará de mi. Porque yo la recuerdo tratando a la vez de postergarla entre otros pensamientos más presentes y pasajeros. Me gustaría volver a desafiarla sabiendo que voy a perder, aunque al final pierda ganando. 

Me queda poca batería, asi que es probable que esta nota no se termine de escribir completamente. Ignoro en que lugar de la ruta 68 vamos, pero por el transcurso debemos estar por llegar al túnel. Recuerdo que en octavo básico con algunos compañeros de la pastoral vinimos a una peregrinación a Lo Vásquez bajo la excusa de que habrían niñas rubias de esos colegios cuicos y cuando llegamos nos encontramos con puras viejas guatonas. Parece que ahí comenzó mi desencuentro con la fe. 

Qué complicado esto de la fe. En algún momento le dedicaré el tiempo que merece. Por estos días trato de leer y entender El Otro Modelo, porque en esas páginas se encuentro un poco del Chile que viene en la segunda mitad de esta década. Que será aquella en la que comenzaré a hacer mi carrera y todas esas cosas que vienen por añadidura y sin que uno las busque con tanta insistencia. Como estos meses, en los que me maravillo aprendiendo cosas nuevas y conociendo personas valorables. El Congreso seguramente seguirá siendo un espacio deslegitimado, pero es una tremenda escuela para los que viven en sus pasillos y habitan esas desesperanzas. 

¿la mujer del comienzo de esta nota volverá algún día? ¿será que acaso todo esto es una etapa más para cuando se decida a buscarme? en ese caso tendré que algún día buscar a la bruja que me lo anunció para darle gracias.

miércoles, 28 de octubre de 2015

recompensa

Llevo años tratando de sostener una conversación que me permita llegar a un acuerdo definitivo con tu absurda idea de pertenecer a una clase social que no es la tuya, y en la que resulta indiferente la riqueza que hayas acumulado hasta este momento, pues podrán disimular respeto y admiración hacia tus logros y aciertos, pero para ellos seguirá siendo más importante el hijo tonto con linaje, que tu determinación infatigable por demostrar que eres uno más de su selección. El día en que alguno decida pedir la mano de una de tus hijas, lo hará a sabiendas de que en la fiesta de matrimonio deberá compartir con el roterío y la parentela ineludiblemente pobre, y advertirá a su propia familia de la incómoda situación que pudiese provocarles ponderando en el mismo argumento la fortuna a la que accederá cuando mueras. 

En ese mismo acto, habrás alzado una copa de vino con la ingenuidad que se expande en tus palabras, incurrirás en la reiteración de señalar a Dios como un responsable del amor y la felicidad de los tuyos, y de pronto alguien intervendrá para decir algo más coherente y meloso, terminando todo en una carcajada, seguida de un chiste y la confusión de las risas provenientes de ambas situaciones. Evocarás tus momentos de sacrificio y superación como quien comenta un titular de El Mercurio, harás una referencia política totalmente errada y falaz, el novio dirá aquello que precisamente esperas del padre de tus nietos y le mirarás el trasero a la hermana del mejor amigo de tu hijo.

En las páginas sociales aparecerán todos muy bien vestidos y sonrientes, a pesar de que sin que nadie de una orden, el editor deliberadamente omitirá tu nombre. Todos sabrán que es el roto con plata que ganó su propia batalla para acabar convirtiéndose en la fuente de los méritos que al fin y al cabo resultan indiferentes.

lunes, 26 de octubre de 2015

Ciclo

No tengo mucho tiempo para escribir esto, pero tengo que dejar un testimonio para cuando encuentren mi cadáver en algún lugar. Nunca obedecí a mi padre cuando dijo que meterme en política me iba a traer problemas. Es tan triste que los padres tengan la razón cuando se trata de nuestros fracasos. En este caso,  no haber acatado tu orden probablemente me haga no volver a verte de nuevo. Sé que eres fuerte, a pesar de que todos crean que a ratos seas incapaz de controlar tus cambios de ánimo y eso afecte a la familia. Me acuerdo del día en que dejé una nota en el librero y el viento hizo que se volara, y cuando no volví por la noche saliste a buscarme a la casa de mis amigos. Nunca olvidaré esa conversación de vuelta en el auto, en la que me volviste a advertir lo de siempre. Lo lamento tanto. Nos tocó ser padre e hijo en una época tan injusta y desoladora, pero ya sabes todo lo que pienso. A pesar de mi corta edad, nunca he dejado de que la convicción supere los miedos de no enfrentar las amenazas de estos años. Lo único que te pido, es que mi madre pueda entenderlo, porque a pesar de todo, tú me entiendes. Hay un cuaderno con mis testimonios adentro del colchón de mi cama. Escribo cambiando los nombres, pero a pesar de eso es fácil de entender. En él encontrarás mis reflexiones de estos años. Por favor, no permitas que nadie se los lleve, escóndelos en otra casa de ser necesario. Es importante que algún día eso sea publicado y compartido. Lo único que me hará descansar en paz es saber que no seré un mártir anónimo, al menos concédeme esa chance papá. Sé que cuando haya pasado todo este tiempo y quienes nunca arriesgaron nada entre medio de abrazos y palmadas en la espalda, estarán dispuestos a hacer de eso un libro.

En caso de que aparezca en un tiempo más, sólo dame un abrazo y olvida lo que has leído. Existe la posibilidad de que en el futuro esta carta solo sea una mala experiencia, y las navidades y cumpleaños hayan sido capaces de borrar las heridas de una dictadura que engendró estos hijos tan temerarios. Es esa esperanza la que a pesar de todo, nos mantiene intactos. La esperanza de que volvamos a encontrarnos después de padecer el horror.





domingo, 18 de octubre de 2015

Plazo

Antonia no sabe si ir o no al concierto. Es consciente de que comprar las entradas aumentará su deuda, pues la cuota mensual de la tarjeta subirá un poco más y eso se traduce en que no podrá almorzar dos días laborales, en los que esperará ser invitada por alguno de los jotes que la persiguen desde el mismo día en que decidió que quería estar sola por un buen tiempo. La otra opción, aunque más reprochable considerando su prédica en los cumpleaños y carretes, es evadir el pasaje en la micro alternativamente. Entra a la página de las entradas, piensa en comprar la más barata, pero luego recuerda que la última vez que lo hizo terminó en una pésima ubicación y junto a personas que se dedicaron todo el concierto a mirar sus celulares y a opinar entre cada canción. Estar en medio del tumulto le ahorra ese peligro y la expone a revivir su pasión más desaforada, la misma que alguna vez la llevó a sacarse la polera y los sostenes en San Carlos de Apoquindo mientras tocaba Pearl Jam. Compra las entradas, simula la deuda, simula que no le importa tanto, simula que quiere permanecer trabajando un buen rato frente al computador mientras sus compañeros de oficina se reíen de un video que ven en youtube. Los mira con desprecio, como aborreciendo su propia vida y las deudas y angustias que la afligen. Gastarse los sueldos del pasado y del futuro en conciertos es la dosis necesaria para suplir sus carencias. Lo mismo que comprar zapatos o libros de cocina y decoración, que abandonará al poco tiempo. La confirmación de compra llega a su correo.

Apenas cinco minutos bastan para salir corriendo de ese lugar cuando ha terminado la jornada. Esos cinco minutos son el tiempo que demora en apagar el computador, acumular la basura del escritorio en su cartera, tomar el ascensor, evitar encontrarse con personas que le caen mal y mirar el teléfono. Decide caminar un poco para mirar las mismas ofertas que ha visto en las vitrinas los días anteriores, con la esperanza de que exista una oferta de la oferta y el cupo disponible de la tarjeta pueda pagarlo, en caso contrario, sentirá la misma frustración que experimenta cada vez que un hombre superficial la decepciona. 

Decide seguir caminando un par de cuadras antes de tomar la micro. Recuerda que en esa misma calle alguna vez fue feliz, y que mientras eso sucedía pensaba que independiente de lo que estuviese sucediendo en diez años más, lo único claro era que pasaría más tiempo encerrada en una oficina ganando un sueldo de mierda para comprar cosas que no necesitaría. Cuando llega a su casa lanza la cartera a cualquier parte, enciende la tele, la deja prendida en el canal de noticias, abre el refrigerador, cierra el refrigerador, coloca el hervidor, se asoma por la ventana de la cocina para mirar hacia el poniente, esperando ver cualquier avión. Cuando el avión aparece suspira imaginando que un día lo dejará todo y cumplirá su sueño de recorrer el mundo. Se acuesta en el sillón, cierra los ojos, se acuerda de que el agua está hervida hace un rato. Vuelve a prender el hervidor. 

Cuando la película o el capítulo de la serie ha terminado y le ha parecido un pérdida de tiempo, lanza un improporio al aire parar conciliar lo que ha evadido. Como al día siguiente no alcanzará a terminar el informe, debe avanzar en él dejando de dormir algunas horas. De pronto suena el teléfono, el número es desconocido y decide no contestar. Quién se atreve a llamarme a esta hora. El número sigue insitiendo dos veces más. Decide que la próxima vez contestará, podría ser importante. No hay próxima vez.

Los cinco minutos más se transforman en veinte. Desde que cae la primera gota de la ducha en su cabeza hasta el momento en que enciende el computador de la oficina pasan cuarenta y cinco minutos. En esos cuarenta y cinco minutos pensará diez veces en cosas que no hizo y debió haber hecho, otras trece en lo que dirá cuando el último hombre que le rompió el corazón vuelva a pedirle perdón, y tres en que llegará atrasada. Decide ser eficiente y terminar lo más pronto posible el informe. No almuerza. Le pide a un compañero que le traiga una galleta del kiosko cuando vuelva. Va en el cuarto café del día y antes de terminar podría ir por el quinto. Manda el correo y se olvida de adjuntar el informe. Manda un segundo correo, rectificando su olvido. Mira whatsapp y se da cuenta que le habla el número desconocido. Es una ex compañera del liceo. Por la foto de perfil,  imagina que está más gorda y se ríe de la expresión de su rostro.

La semana ha terminado y no hay ninguna novedad al respecto. No le han pedido perdón, sus deudas han aumentado, al igual que sus probabilidades de padecer una úlcera. Se asoma al balcón con un cigarro prendido que se va extiguiendo prácticamente solo. Lanza el cigarro a la calle y rompe en llanto. Sabe que tal como decía su mamá cada vez que había algún problema aparente, llorar no soluciona los problemas que no existen. Pero llora, llora porque no tiene otra cosa que hacer un viernes por la noche. Llora porque ha decidido estar sola, enamorarse de su soledad y no mirar a los ojos a quienes no le merecen aprecio. Cuando termina de llorar se da cuenta que no ha conseguido nada. Que su madre está vieja y no ha dejado de tener razón.





jueves, 24 de septiembre de 2015

Sobre un conflicto que no es

Todo lo que rodea el diferendo en La Haya es utilizado para las propias carencias de las elites de cada uno de estos país. En Bolivia la aspiración de una salida soberana al mar es un elemento capaz de cohesionar al pueblo de tal modo que tiene una expresión electoral, que permite a quien la utiliza gozar de mayor popularidad. No importa si apenas se trata de que una resolución que falla sobre una cuestión preliminar para que la  Corte se declare competente para conocer el fondo de la controversia, y que de paso, en el mejor de los casos,  lo que se pueda lograr sea el reconocimiento de que Chile deba negociar de buena fe dicha pretensión. Al pueblo boliviano, amparados en una buena estrategia política y diplomática de cara a su principal objetivo, le mienten, le generan una falsa expectativa, para mantenerlo cohesionado de algún modo, para superar las divisiones internas de una Bolivia que bajo Evo Morales ha podido crecer pero no superar sus principales problemas históricos. La elite boliviana sabe que es una oportunidad riesgosa, pero se aventura de manera temeraria a solo encontrar una respuesta aún más cerrada de Chile en las próximas décadas, pues no se puede pretender judicializar algo para después sentarse a conversar como si nada hubiese sucedido en el tiempo intermedio. Porque en el peor de los casos siempre estará el viejo recurso de esgrimirse como víctima, mientras no se es capaz de reconocer que las ventajas del tratado de 1904 se han gozado todo este tiempo, que tan solo un once por ciento del territorio perdido lo tiene Chile, que fueron ellos los que cesaron las relaciones diplomáticas, y que en definitiva, todo lo que hoy ronda en el ambiente maximalista y populista de un proyecto político en particular será absorbido bajo un desenlace bastante diferente a las expetativas generadas. El pueblo boliviano, ese al que suelen apelar tantos de mis compatriotas que simpatizan con esta causa y postura, a fin de cuentas sigue siendo utilizado y educado al alero de un conflicto que no es tal, de manera que toda salida que no sea la obtención de la pretensión íntegra será una derrota y un constante catalizador de discursos enardecidos que a la larga terminaran por agotar al mismo pueblo. 
Para nosotros el panorama es tres veces más lamentable. Nuestra cancillería y política exterior es testigo incólume de la decadencia de nuestra elite en las últimas décadas, que ha sido el reflejo fiel de una impronta reduccionista, materialista, superficial y futil de lo que hoy Chile exhibe en esta materia. La política exterior ha quedado entregada a las meras relaciones comerciales, en un país preocupado tan solo de mostrar una imagen externa que permita la inversión extranjera para seguir adelante con el desarrollo económico bajo las reglas actuales, sin importar en demasía si en ese proceso nuestro país es capaz de liderar algo en la región, y cansarse de decir que todo lo latinoamericano es malo y que lo único importante es como nos vean y aprecien las naciones más desarrolladas del planeta, a quienes podemos vender nuestros productos, invitar a participar de ellos y comprarles de vuelta lo mismo con su respectivo valor agregado y tecnológico, ¡Vaya desarrollo!
Un mito ha quedado develado en este proceso, y es precisamente ese que siempre nos dijo que la política exterior era una política de Estado. ¿Se puede decir que una política de Estado es omitirse de la integración con los países vecinos buscando acuerdos y dejando esa altanería y soberbia permanente con lo que hemos procedido cada vez que nos interpelan? No, eso es cualquier cosa, menos una política de Estado, y da lo mismo si salen todos nuestros ex Presidentes a decir cada cual por su lado, que no hay nada pendiente, que no estamos arriesgando nada en esta controversia, que la Corte nos dará la razón, pues apenas ello se conforma al aspecto jurídico, pero no logra enfrentar de modo alguno el aspecto político que se desarrolla y se plasma de manera solapada en la comunidad internacional, que es capaz de empatizar mayormente con Bolivia y su pretensión que con nuestros argumentos millonarios y ajustados a las máximas de la razón y la experiencia. Desde el 2001 que leo a políticos, empresarios y personas de distintas corrientes ideológicas ningunear a latinoamérica y subestimarla tal como lo hace nuestra clase política y empresarial actual frente a su crisis de legitimidad, y me apena profundamente todo lo que se expresa en esa convicción. Queremos ser un país europeo culturalmente, consumiendo todo lo que los norteamericanos nos han brindado los últimos dos siglos, comprando y vendiendo cosas fabricadas por las potencias asiáticas que apenas nos limitamos a estudiar en sus respectivos procesos de desarrollo económico, y de toda esa confusión, el resultado es evidente y aparece todos los días en los noticieros. De pronto la mentira no se basta a si misma, y problemas como la corrupción, la pobreza, la vulnerabilidad, las miserias que se esconden en esa imagen país con falsa política exterior apenas nos permite descansar en la exhibición de un resultado que a modo de prueba y error es capaz de informar al mundo que un terremoto 8.4 es algo para lo cual nos preparamos mucho tiempo, cuando sabemos que es mentira, pues se trata apenas de una mejora después de la tragedia del 2010, y en gran parte un aprendizaje del pueblo chileno. El país con el mayor índice de desarrollo humano de la región se aisló de la misma para solo decir eso, y la gran responsable es su elite, aquella que pudo en otras épocas responder y dejar un legado a la República de acuerdo a su propia realidad y enfrentando sus propias miserias, para terminar con una como la que tenemos hoy, en que todo lo que sucede le parece ajeno, de otra tiempo, trasnochado y un problema del que otros son responsables. Las encuestas en su mayoría dicen que  un ochenta está en contra de otorgarle salida soberana a Bolivia, encuestas que son utilizadas para lo conveniente, pues a nadie lo suficientemente sensato le parece bien que las mismas encuestas digan que más de la mitad de las personas están de acuerdo con la pena de muerte. El resultado de esto es otra evidencia de como la ignorancia, el prejuicio y la desconfianza que esta misma elite ha logrado forjar en su pueblo, pues no se trata de adherir a la causa boliviana con la ingenuidad de un muchacho que abraza la hermandad latinoamericana como quien reza un padre nuestro, sino de demostrar que todo aquello que nos aleja de la integración es un peligro y una pérdida para los mismos pueblos que hacen suyas todas estas lacras de los discursos patrioteros que nunca se hacen cargo de la auténtica patria. A fin de cuentas, la salida al mar para Bolivia aunque se demore cincuenta años más será algo que tendrá que suceder, pero dejando atrás toda esta idea absurda del desarrollo sin integración, pero mientras tanto estaremos obligados a presenciar a quienes solo buscan resistir y cerrarse apelando a la tradición y al miedo o a la hostilidad, y a las voces que solo buscando la simpatía de quienes suelen militar fervientemente en el todo o nada, engañan fácilmente a sus espectadores con la falicidad de sus palabras y propuestas, llegando a ignorar a ese mismo pueblo que habita las zonas geográficas más próximas y a cuya realidad no le es conveniente enfrentar en demasía. Esto último, es una expresión chilena de la postura actual boliviana, pero ás ridícula políticamente.

El conflicto que no es, porque mientras las páginas del destino de ambos países siguen su curso alimentándose de una animadversión recíproca que descansa en palabras de buena crianza, los que se ríen en la fila van aprovechando consolidar su espacio de poder, engañando, burlando, no solucionando nada, y con la esperanza de que la renovación de la elite sea capaz de reaccionar a tiempo y enmiende todo aquello que si puede provocar el verdadero conflicto.





domingo, 13 de septiembre de 2015

Notas sobre el once

Nunca vamos a dejar de reflexionar acerca de lo sucedido el 11 de septiembre de 1973. Por lo que hay que acostumbrarse a la idea de que en todo tiempo habrá algo que decir, aunque de pronto parezca que el ambiente se ha construido sobre una suerte de revancha de revelar todo aquello que estuvo por mucho tiempo en secreto y que vuelve a cada tiempo a recordarnos que no es posible tener una futuro si antes no somos capaces de recordar el horror y la maldad, de seres humanos que pensando estar haciendo lo correcto fueron capaces de arrastrar a sus semejantes a las peores atrocidades e injusticias. 
A lo que no tenemos porqué acostumbrarnos es a este revisionismo que sobre la base de una interpretación deshoneasta busca simplemente justificar los errores humanos, previos y posteriores al golpe. A eso, es necesario que las nuevas generaciones y de paso a la que pertenezco sean capaces de ir en su reflexión un poco más allá de aquello que nos duele, o de este reduccionismo patente que a veces como respuesta al relativismo no somos capaces de enfrentar como corresponde. Para una sociedad que con el pasar de las décadas se volverá a repolitizar, es importante no dejarse caer en las explicaciones simples, que de tiempo en tiempo nos tratan de convencer que había una derecha fascista, sediciosa y profundamente antidemocrática que buscó por todos los medios derrocar al gobierno de la Unidad Popular quien solo estaba ejecutando un programa que tenía todo el derecho a llevar adelante porque estaba legitimado por el sistema democrático de ese momento, y pensar que basta con limitarse a eso para la tranquilidad de quien levanta una bandera y repudia el resultado. Tampoco podemos dejarnos arrastrar por aquella idea de que todo era inevitable, de que era una tragedia que obedecía al contexto de una época de fuerte polarización, de sistemas e ideologías que se enfrentaban en todos los terrenos posibles, y que frente a la situación de caos, quebrantamiento de la legalidad y desestabilización los militares tuvieron que intervenir para cumplir el rol que les compete. Esa idea de que eran ellos o nosotros, a fin de cuentas siempre nos terminará llevando al precipicio, en que quien se mueve más lento o piensa doblemente, no logrará sobrevivir. 
Lo que fracasó en ese tiempo fue la política y los hombres que cotidianamente hacían su vida de ella y para ella. Las imágenes y la nostalgia que culturalmente hemos ido desarrollando la última década, en esta razonable catarsis de interpretaciones y representaciones sobre un mismo hecho, nos ha despojado de ese espacio en que los políticos del chile actual y del que se asoma en sus conflictos, actúan con responsabilidad de no llevar la disputa legítima a una batalla con distinciones absurdas, en donde lo ideal arrasa lo posible sin pedir nada a cambio y quienes motivados por la convicción  más pura y auténtica, no logran apreciar las consecuencias que ese actuar logra en el devenir. La democracia sigue siendo el único e imperativo camino a transitar para desarrollar las ideas políticas y deliberar sobre las diferencias. A algunos esto último se les olvida a diario, considerando que la idea del otro de quien goza de buen argumento, puede ser ridiculizada en falacias de todo orden, y que por el contrario, sostener las ideas desde una honestidad intelectual es lo único que permite distinguirnos sin hacernos daño ni provocar una innecesario resentimiento, cultivando el prejuicio, enarbolando la ignorancia, quedandonos a vivir en todo lo que nos separa de la fraternidad. 
Si la Unidad Popular hubiese sido capaz de comprender que el tercio de los votos no era una mayoría por más legítima que fuese ganar esa elección, si la DC hubiese sido capaz de hacer una oposición en que podía defender la democracia distinguiéndose de la derecha y no cediendo ante el cálculo pequeño electoral, si la derecha hubiese sido capaz de no avalar todo ese horror ni de aprovechar a toda costa las condiciones para contribuir a la justificación de la que no pueden y que les costará 20 años más sacudirse. Si quienes podían evitar llevar el sistema político al despeñadero hubiesen comprendido que por más justas fuesen sus ideas, debían renunciar a parte de ellas para salvar a la misma patria que juraron defender, porque en ese clamor y en la pasión por las ideas y la esperanzas de lo que será transformado, estaba también el rostro de ese pueblo que merecía una historia diferente, de los inocentes que sufrieron las consecuencias de los irresponsables, de los traidores, de los inescrupulosos. 
Mi generación política anhela algo diferente, pero al poco andar no es capaz de leer bien los signos de este pasado reciente, y la mayor parte del tiempo no es tanto por ignorancia, sino por el mismo voluntarismo que padecieron los políticos de entonces, y aunque puede sonar desalentador manifestarlo así, en realidad es precisamente el motivo por el cual uno debe dedicarle su vida a la política, porque por más impopular resulte decirlo, por más amarillo les parezca a quienes solo dicen que buscan cambiar las cosas a toda costa y sin renunciar a nada en ese avance, el mundo de lo único que ha sido testigo después de varios siglos, es que solamente políticos con la suficiente prudencia y determinación logran consagrar un legado de orgullo para la siguiente generación, a pesar de que esta última deba romper parte de una tradición, rebelarse ante las miserias de su tiempo y deposite sus certezas en cuestionas tan livianas que solo con el envejecimiento serán capaces de valorar como es debido.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Se reitera

La madre del protagonista de El Bosque de Karadima es el mismo personaje y la misma actriz que interpreta al personaje de la madre del protagonista de Machuca. Sin ir más lejos, es el mismo personaje de mamá cuica de las novelas de Fuguet. Tengo la sospecha de que sabremos que una película es Machuca 3 cuando Aline Kuppenheim sea la madre cuica que en esa actitud atenta a su hijo, en realidad lo estará ignorando todo el tiempo, y lo comprobaremos cuando en una escena termine saliendo de una pieza a medio vestir después de haberse estado tirando a un amante, para decirle a su hijo algo que perfectamente podría haber sido omitido por el director de la película.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Buen Viaje, Josip Bradanovich.


Desde que supe de la noticia, me puse a buscar esa foto que te tomé en una junta en la casa de la Coté. Está tomada con la cámara apoyada en una mesa, sales tomándote el mentón en actitud silenciosa y pensativa. Esa que te caracterizó siempre, en la manera introvertida que llevaste durante el tiempo en que pasaste por aquí. Busqué en discos viejos, correos antiguos con archivos adjuntos, en todo lo imaginable en donde poder encontrarla, y poco antes de rendirme, la encontré en el fotolog cernicalo. El texto que la acompaña lo escribí para tu cumpleaños del 2 de agosto de 2007. Está escrita en una mixtura que logro descifrar superficialmente. Expresa mi pretensión de querer homenajear en los cumpleaños a la mayoría de quienes en ese tiempo los iban cumpliendo, empleando un intento de prosa que siempre terminaba en poesía, pero todo envuelto en el contexto de adolescentes que iban avanzando en su etapa de liceo, con sus expresiones, anhelos, ocios e identidades. En esos pasajes hay cosas que me dejaron impactado cuando los volví a leer hace un momento, y de verdad que mientras vuelvo a leer algunas frases, me estremece la idea de que algo de ello tiene relación con tu temprana partida.
Te digo amigo, pero en realidad nunca lo fuimos, en esa época uno tenía una idea de la amistad mucho más noble y espontánea, que visto desde acá. Compañeros de curso, de una etapa, de algunas aventuras junto al resto de los Cernícalos. Nos une el hecho de haber presenciado similares acontecimientos, junto a algunas conversaciones que estos días he tratado de establecer con algún grado de proximidad. No obstante, el compañerismo que asumimos junto a la mayoría de los Cernícalos, fue una manera auténtica de amistad. En estos tiempos, necesitamos con urgencia aquel espíritu que imperaba en ese grupo, para las causas que cada uno de los que seguiremos acá llevemos junto a otros rostros y emociones. No puedo recordar el contenido exacto de alguna conversación que hayamos sostenido, pero sé que muchas fueron sobre juegos de computador y cosas de esos días fugaces en que pensábamos que todo lo que sonaba como futuro en realidad era una tensión entre aquello que nuestros padres esperaban de cada uno de nosotros y lo que nosotros mismos ni siquiera intentábamos definir, por la temprana búsqueda de una vocación, un sueño o simplemente por ese desgano que a ratos significaba ser adolescente. Cuando dividieron el curso, tanto los que habían repetido en tercero como quienes quedamos repartidos en cuartos medios, nos reuniamos en los recreos en el bunker. En uno de esos recreos conversamos sobre esa idea del futuro, de lo que estudiaríamos, de la idea de si algún día nos volveríamos a reunir en muchos años para volver a reirnos de las mismas cosas que en ese tiempo. Lo recuerdo bien, porque de las pocas conversaciones que sostuvimos, esa fue una que puedo recordar. Todo iba avanzando a un ritmo que no logramos advertir, pero con el tiempo los caminos de la mayoría se tornó tan diverso como nuestras personalidades, y al cabo solo seguimos reuniéndonos periódicamente y proyectando la amistad unos pocos, a esta altura los de siempre. Te perdí la pista desde entonces, apenas sabía de ti porque tu nombre sonaba en una de esas tantas juntas y se limitaban a decir que estudiabas informática y estabas pololeando. Entonces lo que seguía era algún comentario para reírse de ti. Así como lo hacíamos con todos, pues si hay algo seguro de toda esta historia, es que nadie se salvará de ser subido al columpio y de ser molestado una y otra vez por las mismas cosas, o por otras que aparecerán. 
Cuando el sábado en la noche el Palta me llama para contarme lo que te había sucedido, no pude seguir estudiando. Me quedé pensando en los lugares comunes que nos invaden a todos, y cuando logré superarlos un momento, traté de aproximarme a tus últimos años a través de facebook. Me encontré con esa imagen de un Josip que había hallado algo que de verdad lo hacía feliz, pues lo hacía seguir siendo parte de grupos y amigos que compartían la misma pasión. En ese consuelo, pensé que las motos y todo lo habita en ellas era lo que te hizo vivir al máximo y te llevó a experimentar diferentes grados de felicidad y adrenalina. La vida sigue siendo una contradicción desde acá, pues a pesar de tu corta vida, unida a tu pasión verdadera y a tu despedida, sigues sobre esa moto. Traté de recordar cómo era tu risa, le pregunté a los chiquillos, ninguno pudo precisarla. Con las horas pude recordarla bien. Alguna vez leí en un cuento que en la antigüedad decían que era bueno recordar a quienes morían como si estuviesen en medio de una carcajada o con su típica sonrisa. Es esa imagen con la que me quedo.
 Seguirás sobre esa moto mientras nosotros podamos recordarte aunque sea un momento. Tu nombre y tu recuerdo seguirá unido de alguna manera a los Cernicalos, no dejaremos de sentirnos como en estos días, pero brindaremos en tu honor. De vez en cuando visitaremos a tu madre, por dos motivos. El primero, porque ella siempre puso su servicio y gestión a disposición de lo mejor que logramos en ese tiempo de liceo, y el segundo, porque llevar nuestra presencia a ella será llevar el recuerdo de ese tiempo, será inmortalizar tu recuerdo de alguna forma, y si bien la mayoría de quienes acudan no alcanzarán ni a dimensionar esto, tu dondequiera que estés te vas a poner contento, y en ese preciso y breve espacio de tiempo dejarás de estar ausente.

"Es tarde y temprano al mismo tiempo. Se trata de la razón de no tener un horario que nos diga cuando lo sea. Absolutamente. Da lo mismo si creemos o no en el tiempo, o si solo buscamos una justificación a todas esas cosas que se ven lejanas y cercanas en su respectiva dependencia. Al final todo está tan lejos y tan cerca. Faraway So Close.
Podría empezar a lanzar efemérides como si de ideas de un mundo mejor se trataran, pero no nos basamos en efemérides para empezar a homenajear humildemente a alguien. Y más cuando ese alguien se trata de una persona como aquel personaje de la fotografía.
El día estaba nublado, tengo la certeza que así fue el 2 de agosto de 1989. Estaba nublado porque el invierno decía presente en una manera de llamar la atención. Y mientras el invierno reclamaba lo suyo, como si algo en verdad le perteneciera, en un lugar el cual desconozco, la tía Sandra daba a luz (no podemos olvidar a la tía San-dra). Daba a luz al personaje que aparece en esta fotografía.
Josip Bradanovich Lizarraga, hasta tu nombre se complejiza y pocos lo notan. Quizás pase desapercibido muchas veces, por su silencio o su no manera de llamar la atención a través de algo. Se trata de uno de los comandandes del pajerismo (doctrina filosófica común del mundo cernicalo) y aceptada por la RAE, la BIP! y el JVL. El Josip es de los que pueden decir a secas "ni un brillo", pero déjenme decirle que NO. El Josip es mucho más de lo que el mismo cree, el Josip Bradanovich, el verdadero Josip Bradanovich tiene una potencialidad y un talento escondido tan grande y tan silencioso que ni el mismo ha podido darse cuenta y mucho menos nosotros sus amigos y compañeros.
Persona; íntegra, sagaz de secreto interior
volantín de poco vuelo, andén de poca notoriedad
de la vida simple y conformista, de la vida cotidiana
subsidiada por las esperas de algo insospechado
que llegará, como una predicción en estas palabras".

2 de Agosto de 2007. 


De alguna manera esas palabras que escribí alguna vez hoy se manifiestan. Es tarde y temprano al mismo tiempo. Se trata de la razón de no tener un horario que nos diga cuando lo sea. Fuiste una persona íntegra, no hiciste mal a otros, rompiste esa vida simple y cotidiana cuando hallaste tu verdadera esencia, salud compañero.  Que tengas un buen viaje Josip, un abrazo para la eternidad.

 

sábado, 29 de agosto de 2015

Es demasiado

Llevo un rato tratando de pensar en si decir algo al respecto, porque realmente no creo que algo haga reconsiderar aquello que planteas y que responde a un estado anímico al que se le suma una desarrollada convicción acerca de los problemas contemporáneos de este país.
Algunos de esos problemas son los mismos de antes, con rostros nuevos, y con gente con tecnología en sus manos, que opina y dice cosas sin asumir a veces las consencuencias de lo que expresa, precisamente porque todo avanza aceleradamente mientras seguimos en el mismo lugar de siempre. He leido tus columnas acerca del feminismo y las diversas maneras en que vas desarrollando esa idea, y tiendo a estar de acuerdo con la esencia de lo que impugnas de la cultura y la tradición machista de nuestra sociedad, pero llega un punto en que francamente rechazo ese impetu con pretensiones de avanzar hacia a algo que no pasa de consignas e ideas que se repiten todo el día en internet y que llegan al punto de fastidear a quienes es necesario persuadir y concientizar. En este punto, son muchas las ideas que vas manifestando y que obedecen a algo similar a lo anterior. La diferencia es que somos todos. Ellos contra nosotros. Y si bien, esta figura cobra algo de sentido cuando uno ve pasar a los camioneros frente a la Moneda y a las autoridades de gobierno cediendo ante los dueños del país, en ningún caso es justo incurrir en este reduccionismo. Mi abuela, que es perfectamente una de esas personas que describes como abusada, ha visto este país cometer los errores de la historia reciente y pese a todo, ha visto como aquellas personas que nacieron junto a la miseria como ella, yendo a las escuelas sin zapatos, un día superaron eso, gracias a las políticas de los gobiernos, gracias a su propio sacrificio y el de sus padres, y al mismo tiempo siente indignación de que sus nietos deban endeudarse a quince años para terminar ganando sueldos miserables para un profesional. Se levanta todas las mañanas a abrir el negocio, con el que sacó adelante a su familia y la dotó de dignidad, sobretodo cuando se separó de mi abuelo estando sus hijas pequeñas y siendo este irresponsable en su paternidad. Su historia es parecida a la de cientos de mujeres que han sacado a sus familias adelante, y han visto a la vez los avances de este progreso que a ratos parece ilusorio y solo confortable en el consumo.
Hay muchas injusticias en el día a día de Chile, la mayoría tienen un origen tan ancestral como los problemas que padecen los mismos pueblos originarios despojados de lo suyo. Pero ese llanto, esa crítica que amenaza y a la vez no dice nada más, es la nada. La nada que se manifesta una y otra vez ante todos estos problemas y en la historia nadie la recuerda. Ni siquiera en esa historia desarrollada en subterfugios, aquella que las fuentes oficiales de historiadores omiten deliberadamente por oponerse a su discurso y estilo, considerando solamente aquello que es digno de atención e influye en los acontecimientos relevantes. La violencia que dices apreciar en todo ese acto y del que se desprenden todas las consecuencias adversas que señalas, acaba manifestándose en un malestar expresado en otro tipo de violencia, y a la cual muchas veces se le suele atribuir un contenido de razonabilidad. Cuando a todos luces el ejercicio permanente de esta manifestación, socava el punto esencial en que los seres humanos que piensan diferente necesitan para acordar los mínimos comunes sobre los cuales han de deliberar, y respecto de los cuales, se volverá imperativo determinar y definir para que otros hombres, con sus propias carencias y dificultades, puedan vivir en un país menos injusto, menos clasista, menos prejuicioso. El acto en que se abandona ese prejuicio, en que se reconoce la legítima diferencia, en que se estima que una lucha determinada es precisamente eso, y que por más personas se sumen a eso, en ningún caso se hará coincidente per se con el interés general que debe predominar. Cierto es, que no puedo exigirte razonar bajo estos supuestos, porque no eres política a pesar de que todas tus expresiones lo sean. Eres precisamente eso que Weber solía describir como la ética de la convicción. Eso eres, y aunque te defina auténticamente, eso no quiere decir que estés en lo correcto. Porque aunque actúes toda tu vida en consencuencia y mantengas tus ideales intactos, no habrás logrado avanzar lo suficiente para consagrar los principios que has defendiendo, los que apenas quedaran relegados a otro libro, o definitivamente sujetos más astutos y pragmáticos, lograrán arrebatarlos y ellos quedarán bajo esas fuentes oficiales de los historiadores clásicos. En el mejor de los casos, tu discurso y batalla serán atesorados por una tradición, puestos sobre tinta que sirva de inspiración a la generación que deba librar otras batallas, pero tu habrás muerto con más frustraciones y desdichas. Es el riesgo que asumen, quienes inocentemente piensan que este mundo puede albergar la autencidad en todas sus partes, y no simplemente en lo que de manera sagaz podrá ser finalmente materializado.
La verdad es que no puedo evitar sentir un poco de pena, al dimensionar que muchas personas también decidirán hacer de su propia existencia la dedicación exclusiva a fracasar por el mero hecho de no renunciar a nada, no porque otros sólo avanzarán en la medida de sus posibilidades y capacidades, sino porque estos últimos al cabo habrán tenido la razón, y aunque serán escupidos, repudiados e insultados en sus epitafios, habrán contribuido a cambiar la vida de millones de personas que en el futuro volverán sobre sus propios asuntos y tendrán la oportunidad de asumir el camino de la contemplación o el de involucrarse bajo su convicción, responsabilidad o la justa combinación ambos elementos.

sábado, 15 de agosto de 2015

Habitantes de bibliotecas I

Los libros que dan de baja en las bibliotecas públicas de las ciudades van a parar a las bibliotecas de escuelas rurales y pueblos que reviven en los veranos o en las catástrofes naturales. Hace tiempo que quiero escribir sobre bibliotecas y personas que viven en ellas. Como esa joven que estudia arte o algo que tiene que ver con esa palabra, y lee muchos textos, usa dos destacadores que va renovando cada semana, y cuando termina de leer se para y se va. No importa cuántas horas hayan pasado, concluido ese texto emprende salida. Su chasquilla es una constante improvisación y sus mejillas son excesivamente rosadas, como una guagua de campo diría mi amigo Felipe. O aquella señora que después de fallecer su marido de un cáncer que la tuvo tantos años luchando, decidió que en vez de caer en la peor de las depresiones, se pondría a leer todo lo que estuviera a su alcance. A veces se limita a buscar libros, otros a sentarse en silencio en alguna sala de estudio silencioso, en un silencio más profundo, a leer murakami, su autor favorito a esta altura. No es un profesional sub 35 que pedalea a su trabajo y vive en Providencia, y que busca presumir leer dicho autor para no quedar fuera de alguna conversación o a iniciarla él mismo, es una señora de un poco más de sesenta años que hizo de su viudez una oportunidad para leer sobre otros mundos. Hay un tipo que a la vista evidencia su rareza, viste ropas que no ha tomado mucho tiempo en decidir comprar o vestir, porque no parece importarle demasiado lo que pasa afuera. Se limita a escribir sobre su viejo notebook, textos, guiones, cuentos, relatos, cosas que cuando imprime las va leyendo y comienza a caminar, tratando de corregir aquello que no le es conforme, repitiendo un estilo de vida que sin querer hizo parte de los espacio que habita y no puede abandonar. Su característica, es que suele hablarle a mujeres jóvenes, regalarles chocolates o golosinas, abrirse paso entre sus obesiones para encontrar alguna que manifieste algo más que simpatía. En Concepción, un señor baja en avenida Los Carrera, compra en fruna un paquete de galletas Paseo y una Cola Fruna de litro y medio, y camina por Caupolicán hacia la Municipal. Se registra, sube las escaleras, dobla a la derecha, pide los periódicos del día y toma asiento. La botella arriba de la mesa, y la bolsa con galletas en una silla junto a la que está sentado. Está prohibido comer, pero el no conoce esas reglas. El misterio sobre lo que su vida esconde para muchos de los estudiantes que acuden diaramente se vuelve un mito. Siempre hay gente aburrida y creativa acechando para ello. Sigue completando los crucigrama de los diarios antes de que sus competidores ocasionales lleguen a hacer lo mismo. Marca empleos en su cuaderno, pero no avanza demasiado en eso. Saca un cuaderno de su bolso, y a veces pide libros o trae los suyos, y comienza a copiar párrafos. Todas esas palabras, en una califrafía distosionada, unidas al sonido del masticar de las galletas y el gesto veloz en que toma bebida de la botella. 
Una señora aborda el metro en estación República, con su bastón, una bolsa de género en la que lleva misterios, y su mirada perdida en cosas que el resto de las personas no hemos sido capaces de apreciar. Baja junto a las estaciones de la biblioteca escogida, pedirá La Tercera, se sentará a leer novelas elegidas al azar o recomendadas, y podrá hacer cualquier otra cosa, pero en un minuto determinado sus ojos se cierran y su cabeza cae levemente, y en eso pueden transcurrir fácilmente treinta minutos. Una vez la vi dormir casi una hora. Algunas veces la han venido a buscar, otras es ella misma quien regresa, junto a su bolsa, su mirada perdida y cosas que aprendió durante el día. 

Hay muchos otros personajes que habitan bibliotecas públicas a diario, hacen de ellas el lugar de estudio o trabajo, el refugio a las penas, el habitat natural de las horas sencillas, el resto de los días que quedan para morir y ser olvidados. Merecen un reconocimiento especial, pero en el lenguaje moderno del estado chileno moderno, son los usuarios. Para mi son los habitantes de bibliotecas, seres que viven una época diferente a pesar de los mismos problemas que el resto, quienes voluntaria o involuntariamente pasan y pasan. Los ratones de biblioteca de otrora a los que poetas y escritores hicieron burla y desprecio, fueron reemplazos por personas comunes. Yo los aprendí a querer y a extrañar cuando ya no los vi más. Sin darme cuenta me volví un habitante de las bibliotecas, de aquellos que se sumergen en libros y autores que no alcazaré a leer y que de solo dimensionar la imposibilidad que conlleva aprehender todo eso, sentirá una pequeña frustración de no vivir otra vida para solo leer. Los funcionarios de las bibliotecas nos incorporan a su jornada laboral, como el dueño de un bar que atiende una barra y ya sabe que pedirá el cliente habitual al solo tomar asiento y apoyar los codos. 

domingo, 26 de julio de 2015

26

Hace tiempo que no me pasaba esto de padecer aquella enfermedad en que no se puede dejar de pensar en la misma mujer durante todo el día. Tampoco puedo sacarme de la cabeza la bandeja paisa de la tarde, ni las asignaciones forzosas ni el color de su bufanda al viento.



miércoles, 8 de julio de 2015

Sábado 4 de Julio de 2015

Despierto en medio de la madrugada, miro la hora en el teléfono, 04:12 del 4 de julio, trato de seguir durmiendo. No puedo. Me levanto en busca de un vaso de jugo al refrigerador, y siento a lo lejos un C-H-I de un grupo que va pasando por la calle, seguramente borrachos. Procedo a seguir durmiendo, imaginando en las celebraciones que estallarán en caso de que Chile gane la Copa América y desaparezco del despertar. 
Me levanto raudo a la ducha, a mis apuntes, destacadores, lápices, mochila y pedaleo a la biblioteca. Logro concentración por unas horas y luego me rindo, con la radio del celular prendida en ADN, con muchas letras encima de la mesa que se esfuman y se resisten a ser leídas. Parto a la Fuente Mardoqueo a calmar la ansiedad con un lomito palta mayo. El bus va saliendo de Pinto Durán, en la tele muestran las banderas de Farkas, repasan los goles de Chile, la formación de Argentina, las encrucijadas y marañas que se esconden en una final inolvidable. Estoy dubitativo entre partir al lugar donde había tenía planificado ver el partido o improvisar algún lugar tranquilo. Intranquilo, pedaleo hacia el Parque de los Reyes escuchando la radio, viendo los autos que pasan con hinchas bocineando con sus camisetas, hasta un perro camiseteado se deja ver entre los pastos. En el parque Renato Poblete, hay poca gente, faltan 40 minutos, le doy una vuelta y saludo al padre en su estatua. Aquel catolicismo oportunista apela a su figura, expresándole en silencio mi deseo de ver a Chile celebrar de norte a sur. Un pueblo tan sufrido y acostumbrado a las frustraciones deportivas, merece que la excepción a ello sea realidad. Al cabo, no se trataría de un milagro, pues las circunstancias han permitido llegar a una final jugando un fútbol merecedor de ello. Messi ha ganado tanto y lo seguirá haciendo, que este debe ser el día en que desaparezca de la cancha, y me alejo. Pedaleo hacia el lugar y zigzagueo por calles distintas esperando encontrar señales de lo que sucederá, leo calles, número de casas, publicidad, cualquier rastro en que pueda encontrar una respuesta. Estoy frente a un televisor, tomo sprite, no escucho a quienes hablan a mi alrededor. Me abstraigo de cualquier distracción, y apago la radio para ver la transmisión sin adelantarme. Deben haber pasado 8 horas por mi mente. En el alargue tengo un pequeño ataque al colon, que es superado gracias que el entusiasmo que experimento es mayor a la ansiedad, incerteza. Es en el momento en que pita el árbitro, y nos vamos a penales cuando se va el dolor, y por el contrario, presiento la fiesta, la misma que imagino cuando vuelvo a dormir en la madrugada. Vamos a ganar.

Pero soy incapaz de no saber lo que sucede al instante, debo encender la radio y escucharla. Y mientras pasa el tiempo un soliloquio interno entre lo que pasa en la pantalla y la radio va pasando. Parte el Mati. Lo hace, pienso. Vamos Mati, demuestra que eres grande y siempre lo has sido a pesar de tanto chaqueteo, vamos Mati conchetumare. Gol. Me emociono agarrándome la cabeza. Patea Messi, no falla penales este culiao. Que lo haga no más. Gol. Patea Vidal, lo hace. ¿Cuántos penales ha pateado esta temporada? será Gol. Gol. Patea Higuaín. Este hueón se perdió un gol solo en la final contra Alemania, que los fantasmas lo persigan, se te va conchetumare, se te va. Patea y pelota a la chucha. VAMOS CONCHETUMARE. VAMOS. Patea Charles Mariano, lo hará, no falla penales. Gol. Patea Banegas, veo la expresión de su rostro cuando se aproxima, y pienso que lo tirara mal. Pero sin la seguridad de cuando lo tira Higuaín. Levanto los brazos con las manos juntas, como rezando. Tapa Bravo.  Alexis frente al arco. En la radio dicen 10 segundos a que se decida todo.Pienso, no hagas hueás Alexis, patea fuerte y al otro palo. En la radio lo gritan, en la tele la pelota avanza más lento que en el estadio, y somos campeones. Es verdad. Campeones por fin, después de un siglo, contra la Argentina de Messi, finalista de Brasil 2014. Ya no somos triunfos morales. Lo logramos. Por la chucha, somos campeones hueón, campeones de América. 
Casi en shock salgo a la calle, agarro la bici, un par de hinchas corriendo me abrazan. Hay un niño con la cara pintada llorando en la vereda y su padre lo abraza. Explota mi propio llanto. Un llanto contenido, emocionado. Pienso en mi infancia de Francia 98, de calles nortinas, de tardes eternas jugando en el pasaje, juntando láminas, anotando en cuadernos viejos los resultados con las banderitas pintadas con sus colores. Me habría gustado experimentar eso siendo un niño, con esa misma ilusión e inocencia de un niño. El mundo adulto te va robando todo eso, lanzándote a uno cruel, incierto, de sobrevivientes que avanzan por antonomasia. Soy un niño que pedalea rumbo a Plaza Italia, todavía incrédulo, escuchando la ADN. Me detengo en cada local en que se asoma su tele a la vereda. Todo es carnaval. La alegría inunda calles en que lo que más falta en otros días es esa alegría. Las calles por donde pasan las demandas de una sociedad más exigente, en donde se dispersan los sueños de los jóvenes al tiempo de que las consignas se unifican. Las calles en donde los sueños se desvanecen y la realidad sucumbe en ese mismo clamor. Hoy es distinto, porque algo ha logrado unir a este país por unas horas en el infinito. Los pueblos merecen experimentar colectivamente algo similar en otros ámbitos, su deber es avanzar hacia a ello, ajenos al voluntarismo y más cercanos a su propia responsabilidad y esfuerzo colectivo. Un señor junto al monumento a Baquedano dice que no veía Santiago tan contento desde el plebiscito del 88. Es como si de nuevo hubiese vuelto la democracia, como si le hubiesemos ganado otra vez a Pinochet, esboza. Me quedo con esa última frase. La diferencia y lo sencillo, es que ante mis ojos una multitud no está divida por nada, sino todo lo contrario, salta y la felicidad es de color rojo cuando bengalas y juegos artificiales a pocos metros estallan y se encienden. Desde distintos puntos llegan miles de personas, a pesar de los aspectos de cada uno y de los prejuicios en los que habitamos a diario, todo eso no importa, un cuico y un flaite saltan abrazados porque Chile es campeón y nada más importa. Nos fundimos en ese grito. Somos Chile. Contrastes y contradicciones, extranjeros y mestizos, clasistas, arribistas, resentidos, prejuiciosos, todo ello desaparece. Qué más importa. Yo me quiero quedar a vivir para siempre en ese país esperando que esa alegría desbordada se vea más seguido. Porque este pueblo se lo merece, a pesar de todo.

viernes, 26 de junio de 2015

Fina Ropa Blanca

1. Ella se reía con su fina ropa blanca
    Despojándose al sol

 Siento el impulso de llamarla, en un momento en medio de la concentración debilitada, por las horas desvanecidas, y el error involuntario de haber restablecido los datos del teléfono se ha llevado su número junto al de la mayoría de las personas importantes, o menos importantes. Ni siquiera sé que le habría dicho, alguna nimiedad podría haber inventado justo en el momento en que se marcan las pulsiones, para que en medio de esa conversación infundada su carcajada quedase en mi oído algunos minutos después de colgar. Interpreto la señal como una negativa, concluyo que es deber cambiar el rumbo mientras tanto.

2. Como un fantasma que deshollina todo mi cuerpo
     Una piedra en el sol

(...) Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo (...) Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar (...) El nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Un gran poema de Borges en tiempos en que no me enamoro de nadie. Basta con mirar por la ventana en las mañanas para saber que tampoco ocurrirá hoy. Me limito a que si la suerte me acompaña, termine siendo abducido por alguna vagina en ese breve espacio de tiempo quizás insignificante. He definido el concepto bajo la frase: el imperativo categórico de ser abducido por una vagina y ser inundado por su humedad de vez en cuando. Cuando lo escribí hace un tiempo, mi interlocutura válida esbozó una carcajada explosiva. Una piedra en el sol.

3. Todos los espejos de su corazón se quebraron en mi

 Mi frase favorita de esta canción de Spinetta. Justifican plenamente los cinco minutos y dieciseis segundos. Podría incluso precisarla. Las tristezas pueden culminar para quedarse a vivir un tiempo más en la agonía. Eso me pasó el otro día. No podemos escapar a la tendencia de volver relevantes los sucesos que pretenden volverse significativos y que en el fondo sólo vienen a confirmar sospechas y azares repentinos.


4. Todas las mañanas me parecen una
   
Así tal cual.

viernes, 19 de junio de 2015

siete de picas

Los días pasan como si no pasara nada sobre ellos, en días en que parece que afuera están pasando cosas importantes en las que estoy privado incluso de ser un espectador. A tal punto que la Copa América se transformó en una rutina transitoria, un bálsamo de pereza al culminar cada jornada, con o sin mérito, con y sin certezas. Aunque la vida me haya regalado la oportunidad de ver en el estadio a Chile contra México, en circunstancias en que las horas son lo contrario a ello. Hojeo libros que caen en mis manos voluntaristas de otros lugares y personas, como si en ese ejercicio brevísimo pudiese alcanzar una perfecta elusión al deber. Joaquín Edwards Bello y Jenaro Prieto son mis copilotos. Las crónicas de un Chile viejo, miserable, particularmente contradictorio y lleno de hipocresías permanentes, tremendamente más pobre y menos cretino que el actual, más que resultar un desaliento, son una humorada, una excusa complaciente, una sonrisa para volver a dedicar horas a la misión. Sé que tengo que empezar a dormir menos horas, compensar la incertidumbre con pulsión y motivación personal, olvidarme de algunas mujeres, renunciar a soñar despierto entre párrafos importantes, lograr que los intervalos sueltos de mi presente sean eficientes, ejercer la libertad de los esclavos que no soñaban con ser libres sino con ser amos.
Entretanto renuevo las canciones, o las vuelvo a repetir sin advertirlo, permanenciendo cauto y determinado en el avance. Un día puedo obsesionarme con el cine italiano de los años 60 y al otro releer a Cortázar con la adicción a los lugares comunes de otro tiempo, para terminar viendo videos de goles en youtube mientras arroz cae en el teclado del notebook, y en otro lugar alguien me recuerda sin motivo aparente. Estoy dispuesto a jugarme por cosas importantes si antes cumplo con las exigencias mínimas para avanzar a ello. Puedo superar mis dilemas existenciales y comenzar a trabajar para ejercer y construir un proyecto colectivo. Volver a escribir con pujanza y entereza, sin claudicar ante el anhelo de relatar y describir los problemas de este tiempo bajo situaciones parecidas y menos apocalípticas. Puedo rehuir al hado sin tener que explicar causas y consecuencias, esperando que al despertar al día siguiente lo que venga sea tan igual como el ayer pero menos inverosímil. Me rodeo de libros y papeles, de colores que resaltan a la vista mientras visto otros opacos, busco la inspiración que corresponde a las tareas cotidianas con la misma convicción que busco las pantuflas debajo de la cama y tiro la cadena después de orinar. 
Voy a lograrlo, y cuando ello suceda, pretendo leer y hacer todo lo que esté a mi alcance.

lunes, 4 de mayo de 2015

Siempre que quiero decir algo y no encuentro las palabras precisas me acuerdo de un ensayo de Octavio Paz del Arco y La Lira, que dice que las palabras se conducen como seres caprichosos y autónomos. Luego pienso que todo esto es como un conjunto de excusas, intervalos y sensaciones mezcladas en una juguera con una vida útil capaz de sobrepasar cualquier obsolescencia programada.
Cada etapa o proceso, o como se quiera conceptualizar un intervalo, tiene su propia obsolescencia programada y los otros factores hacen variar ese límite.

Venía de vuelta en un taxi a mi casa y me quedé dormido sin advertirlo. El taxista me despertó y por dos segundos no supe dónde estaba, como si hubiese perdido todos los sentidos, y el reflejo del vidrio y las escasas luces apenas me permitieron reaccionar. Pagué, bajé, me despedí, abrí la puerta, miré un cartel, subí escaleras, abrí la puerta, prendí una luz, abrí la puerta, prendí una luz, me bajé el cierre, oriné, tiré la cadena, abrí la llave, me lavé las manos, tomé el cepillo de dientes, tomé la pasta de dientes, tomé el cepillo de dientes y le eché pasta de dientes, me miré en el espejo, comencé a lavarme los dientes, me enjuagué, cerré la llave, apagué la luz, apagué la luz, prendí la luz, me saqué los zapatos, calcetines, pantalones, apagué la luz, me dejé caer sobre la cama, desperté. Me quedé mirando el techo y trate de recordar el sueño. Recordé un detalle del sueño. Me levanté, me puse un buzo, puse el hervidor, puse el tostador, saqué pan, palta, jugo, miré por la ventana de la cocina. Respiré profundamente el smog y el aire, miré el teléfono, 45 mensajes nuevos en whatsapp, ninguno importaba, dos llamadas perdidas que tampoco importaban, todo lo que importaría no apareció en la pantalla del teléfono. Me resigno, me sirvo un café, muelo palta, tuesto pan, pongo la radio, miro por la ventana del living, no hay nieve todavía en los cerros, respondo un mensaje de whatsapp, leo el resto, desayuno, miro los libros, vuelvo a mirar el teléfono, miro una foto, me dejo caer en el sillón. 









domingo, 26 de abril de 2015

1. No es raro que no pueda quedarme dormido si durante todo el día anduve somnoliento y en cada lugar en el que me senté dormí profundamente. Leí en wikipedia cosas sobre la Narcolepsia y comprobé que tengo síntomas esporádicos de esa enfermedad. Supongamos que es cierto. Tendría una explicación coherente a mis cambios de sueño, conversaciones a deshoras, parálisis de sueños, sueños exactos que puedo recordar al día siguiente y el despertar desorientado durante varias veces en cualquiera noche en búsqueda de algo que me indique la hora y el instante preciso en que pienso en qué día me encuentro y en cuánto tiempo deberé levantarme. Supongamos que no es cierto. En ese caso poco importaría, porque lo anterior seguiría siendo un hecho.

2. Ojalá mañana la diferencia que exista nos permita ganar en segunda vuelta.

3. En caso contrario, tengo listo un plan B.


lunes, 2 de febrero de 2015

En la mañana teníamos una reunión y se suspendió. Me puse a leer aprovechando la vista a Av. del Mar en La Serena. Me quedé dormido. Soñé que íbamos con mis hermanos y mi papá viajando a alguna parte y se escuchaban muchas risas. Más risas que de costumbre. Desperté pensando que eso puede pasar pronto. Me fui a dormir a una de las piezas y volví a soñar. Soñé con ella. Se veía más bonita que cuando se ve bonita, digamos que el sueño aplicaba photoshop por defecto. Ella me miraba y me decía que dejara lo que estaba haciendo y la siguiera. Yo le decía que no podía, que tenía una misión, que no podía cambiar las decisiones de un día para otro. La hacía reír con alguna ocurrencia. Pasaba gente y nos preguntaban la hora y la ubicación de calles. Me insistía en que la siguiera, que era lo mejor que podía hacer. Y yo la terminaba siguiendo. Cuando desperté anhelé que fuese cierto. Tendría más sentido saber que mientras tanto sólo estoy haciendo hora para ello.