Y la acción y el ejemplo arrastra mucho más que la palabra
Libertad, Justicia y Fraternidad
Hacer el bien a todos los que sufren
No hacerle el mal a nadie
Sólo atacar a quiénes atacan a los trabajadores
¡No se desalienten nunca!
Tendrán que tener a veces pequeñas derrotas, no, si
¿cuántas derrotas no hemos sufrido nosotros?
Ahora ya llevo más de diez años en la misma tarea
sin resultado alguno, porque aun la pudedumbre es mucho más grande que antes
No se desalienten jamás, sigan adelante en esta lucha
especialmente en las poblaciones, donde está más, hay más pobreza...
domingo, 29 de abril de 2012
domingo, 22 de abril de 2012
Esas pequeñas grandes cosas
Es difícil imaginar un país sin riquezas. Un país sin la
visión práctica de sacar provecho de una actividad económica determinada y
específica para el desarrollo de sus habitantes y su calidad de vida. Las
formas que se adoptan pese a ser variadas siempre coinciden en la noción del
bien común y en la interpretación que tienen sobre él las políticas públicas
que se van adoptando. Detrás de eso vienen acechando la libertad, el
emprendimiento, la distribución de los ingresos, la idea de un Estado fuerte y
activo o pequeño y limitado, y así tantas otras cosas que es difícil hacer un
análisis breve para explicarlo.
Lo cierto es que Argentina es un paciente cuyo caso médico
es bastante atractivo de diagnosticar, pues la visión de cada médico no está condicionada
sólo por la medicina en este caso, sino que por los otros síntomas de supuestas
enfermedades modernas, y las cuales padece
dicho país según varios especialistas. Pese a que es urgente mandar a los
economistas a estudiar historia y filosofía y a los políticos a una sala de
clases de un liceo municipal con mayoría de alumnos socialmente vulnerables, es
importante que en nuestro país se abra la discusión acerca de estos temas.
Me voy a saltar todo ese cuento del elefante, CFK y los
dimes y diretes entre Repsol y las autoridades del país vecino, para ir al tema
de fondo: ¿Es legítimo que los países decidan soberanamente ser dueños de los
recursos naturales de sus territorios y de las riquezas derivadas de su
explotación? ¿Es justo que las
utilidades de una industria de importancia nacional y estratégica asegure el desarrollo armónico de una sociedad
en general, y no sólo del grupo económico que la dirige? ¿Tendrán los
habitantes de este país el derecho a soñar con el progreso integral de nuestra
sociedad y a ser partícipes deliberativamente de estos temas? ¿Será el momento
de irrumpir en la mesa donde se toman todos los acuerdos? ¿Estarán ustedes
dispuestos a contribuir desde el lugar en que se encuentren primero a la
discusión y después a la proyección de lo que lleguemos a decidir? ¿Dejaremos
de ser y sentirnos chilenos sólo cuando juega la selección, la teletón, los terremotos y en el dieciocho?
La mayoría de los que cuestionan absolutamente la decisión y
que vaticinan un desastre económico al
otro lado de la cordillera suelen coincidir con ser los mismos que olvidan
nuestra historia reciente. Los que hayan leído el libro de María Olivia
Monckeberg “El Saqueo de los grupos
económicos al Estado chileno” lograrán darse cuenta que los nombres suelen
repetirse una y otra vez, y nadie dice nada. Tanto juicio histórico respecto a
los derechos humanos y su violación durante la dictadura nubló la situación
paralela que se desarrolló y cómo un grupo reducido de personas fueron capaces
de aprovechar una situación fáctica para proceder a robarse Chile, ni más ni menos. Cuesta entender
esa inconsecuencia para hablar de las grandezas nacionales mientras se
traicionan esas mismas palabras y se justifican en que hoy somos 8 veces más
ricos que nuestros abuelos, lo que habilitaría a perpetuar un modelo de gestión que sólo acrecenta
desigualdades y centraliza y concentra las riquezas en un lugar del territorio
y en un grupo de familias.
Nadie está hablando de crear una industria nacional y productiva
de un día para otro, ni tampoco de llegar y empezar a renacionalizar el cobre y
otras actividades que pueden ser consideradas como estratégicas. Estamos
hablando de algo más complejo y oportuno de plantear, estamos hablando de un
proyecto estratégico de desarrollo nacional. En el que le decimos a los
extranjeros que Chile es un país seguro para invertir, pero en el que es deber
actualizar los estatutos que dirigen esas inversiones y que si quieren venir a
multiplicar su dinero deberán someterse a condiciones similares a la de otros
países en los que hace décadas decidieron aquello que aún nosotros somos
incapaces de siquiera plantear decididamente.
El mundo ya no es el de los tiempos de Aguirre Cerda ni está
sujeto al contexto histórico de los tiempos de Frei Montalva y Allende, pero se
encuentra ad portas de sufrir grandes transformaciones. Por lo pronto Chile
debe aprender mucho del caso argentino. En primer lugar debe entender que los
procesos implican sacrificios y que las determinaciones si bien pueden ser
drásticas, no por eso deben saltar su normativa, regulación y mucho menos darle
una connotación político partidista única a un tema que es nacional,
contingente y transversal. Luego debe
comprender que es necesario un
cuestionamiento previo de su ciudadanía en torno a los medios de comunicación,
centros académicos e investigación de todos niveles y vida cotidiana que sea
capaz de remecer al país entero. De ello debe derivar una expresión política
pluralista que sea capaz de encausarla y llevarla a efecto. Además todo eso
debe ser realizado en un tiempo razonable y no cuando se lo hayan llevado todo.
Así se va construyendo el país de todos al estilo Plan Z.
miércoles, 18 de abril de 2012
Los economistas saben poco de Historia (1)
Tanto que han hablado por el tema de la expropiación de YPF, aventurándose a catástrofes económicas de un país vecino, cuando en realidad deberían plantearse la posibilidad de que algún día las riquezas del Chile en el que viven pertenezcan de verdad a los chilenos, que contribuyan a resolver sus necesidades y a despertar un proyecto nacional al cual contribuir desde donde estén. Los que se ríen son los mismos que avalan la situación de que ciertos grupos económicos en cierta parte de nuestra historia hayan saqueado las principales fuentes de riqueza, o bien, es probable que lo ignoren y nunca les hayan contado esa parte. Los mismos que se sienten conformes en el país que esconde bajo la alfombra lo que arriba de ella suele llamar crecimiento económico.
miércoles, 11 de abril de 2012
Lo dije hace un rato, lo dije estos días
Como no me quieres hablar te voy a contar algunas cosas que he pensado los últimos días.
Estos días he extrañado un poco a mi familia, a mi hermana chica, mis perros, la vida de ellos con sus problemas comunes y aunque trato no puedo abstraerme de todo eso pese a estar tan ocupado últimamente.En civil hemos pasado tanta materia, y a veces no entiendo nada. Me siento como en el civil uno, Peñailillo hablaba y hablaba sin parar y todos hacían como que entendían. El cerebro se cansaba en el intento por comprender esa lluvia de ideas y entes, y entre todo eso deseaba abrazar a alguien como ahora y que en un cariño me dijeran que todo va a estar bien. Lo mismo ayer y hoy, o antesdeayer y ayer en rigor. Necesito todo ese envoltorio de cercanías que me dicen que a fin de año voy a egresar y que tengo que estudiar mucho. Entonces me veo hablando de política o hablando en público, el mundo va a estallar en cualquier momento y voy directo a convertirme en algo o alguien que siempre he querido ser sin darme cuenta o sin reconocerlo, y veo caras que me oyen atentamente como queriendo escuchar algo que en el fondo también debo/quiero/puedo decir, y en sus distintas reacciones lentamente voy avanzando.
Todo eso me provoca una indefensión terrible, porque en cada paso hay un riesgo que asumir y una condición tan trascendente a la que dedicarse. Camino por Concepción, como ese niño de 18 años que llegó un día sin conocer a nadie y soñando una vida menos degradante que la viven día a día sus correligionarios Santiaguinos. Imagino que me quedo para siempre en estas calles, con los cabros, junto a una mujer a la que amo y viceversa y con la que construyo todo eso que siempre he querido; hijos criados con mis palabras y enseñanzas, perros con nombres originales que corren persiguiéndome por el patio de la casa. Sueño que publico mi poesía en un auditorium de Universidad, como un profe querido de esa facultad y que en la política, derecho y poemas se me va la vida entera, andando en bicicleta con canas y trotando con mis perros por un campo. Pienso en esa mujer que debe andar por ahí, quién sabe por dónde, con quién y espero topármela en cualquier parte: una calle, un ciclovía, una cola de banco, un casino, un restaurat, una charla, una discusión, una librería y se convierta en una pequeña revolución cotidiana. A veces pienso que me observa pasar por ahí y me lee -entrelíneas- con subtítulos desde otra ciudad no elegida o desde una cortina sin sacudir.
He pensado en mi abuela, que es una mujer que ha dado la vida por su familia y por enseñarme y entregarme cosas a mí, más que mi padre y tanto como mi madre. Pienso en mi padrastro y el día en que llegó a nuestra vida con todas sus cosas admirables. Haberme enseñado a sacrificarme tanto por las cosas, pienso en su esfuerzo y en las recompensas que se merece. Pienso en el orgullo que represento para ellos cuando alzo la voz por lo que no me parece justo, y en que bajo ningún punto de vista espero defraudarlos. Pienso en que tener un padre irresponsable es una forma de asumir que hay cosas que vienen por defecto y que así debo quererlo, pese a todo el dolor que me ha provocado y pese a todo lo mal que se ha portado, el perdón es parte de un abril.
El tiempo gira y se multiplica y se divide por cero en el mismo acto, que estos días son una vorágine entre la charla de Marco Enríquez Ominami en la facultad, mis ganas de vivir intensamente y hacer cosas. De estudiar tan poco por una desconcentración que es directamente proporcional al entusiasmo, y que se desborda en esa a veces admirable (para algunos), despreciable (para otros) estructuración de una forma de vivir al límite. Pienso en que puede que un día voy a morir de pronto, sin aviso, quién sabe porqué y eso explique todo esto. Y de verdad que no me gustaría morir tan joven, y tan pronto sin haber vivido tantas cosas extraordinarias que faltan. Recorrer Sudamérica, aprender idiomar, leer y escribir libros, preparar la revolución de nuestros hijos y nietos, inventar cosas de otros tiempos, dormir hasta tarde, llamar a horas imprudentes, beber menos, seguir no fumando, las tardes de domingo con sentido, soñar despierto cosas que si no se asumen como ciertas y posibles nunca se vuelven realidad. Eso me he pasado estos primeros diez días de abril, eso sin querer me pasa hace varios años. Estoy construído de cosas que para algunos son clichés y para otros convicciones. Vivo entre palabras livianas y complejas, entre señales de humo y tweets a deshoras. Si dejara que todo eso no me importe, ya no sería quién soy. Aprendí a querer lo que tengo, a valorar que es más que de lo necesito pero no por eso dejar de proyectar el presente. Varios años después me di cuenta que no todo me da lo mismo, y que en realidad tu margarita sólo a un lado de la cara me enseñó más de lo que debía aprender de ella.
Estos días he extrañado un poco a mi familia, a mi hermana chica, mis perros, la vida de ellos con sus problemas comunes y aunque trato no puedo abstraerme de todo eso pese a estar tan ocupado últimamente.En civil hemos pasado tanta materia, y a veces no entiendo nada. Me siento como en el civil uno, Peñailillo hablaba y hablaba sin parar y todos hacían como que entendían. El cerebro se cansaba en el intento por comprender esa lluvia de ideas y entes, y entre todo eso deseaba abrazar a alguien como ahora y que en un cariño me dijeran que todo va a estar bien. Lo mismo ayer y hoy, o antesdeayer y ayer en rigor. Necesito todo ese envoltorio de cercanías que me dicen que a fin de año voy a egresar y que tengo que estudiar mucho. Entonces me veo hablando de política o hablando en público, el mundo va a estallar en cualquier momento y voy directo a convertirme en algo o alguien que siempre he querido ser sin darme cuenta o sin reconocerlo, y veo caras que me oyen atentamente como queriendo escuchar algo que en el fondo también debo/quiero/puedo decir, y en sus distintas reacciones lentamente voy avanzando.
Todo eso me provoca una indefensión terrible, porque en cada paso hay un riesgo que asumir y una condición tan trascendente a la que dedicarse. Camino por Concepción, como ese niño de 18 años que llegó un día sin conocer a nadie y soñando una vida menos degradante que la viven día a día sus correligionarios Santiaguinos. Imagino que me quedo para siempre en estas calles, con los cabros, junto a una mujer a la que amo y viceversa y con la que construyo todo eso que siempre he querido; hijos criados con mis palabras y enseñanzas, perros con nombres originales que corren persiguiéndome por el patio de la casa. Sueño que publico mi poesía en un auditorium de Universidad, como un profe querido de esa facultad y que en la política, derecho y poemas se me va la vida entera, andando en bicicleta con canas y trotando con mis perros por un campo. Pienso en esa mujer que debe andar por ahí, quién sabe por dónde, con quién y espero topármela en cualquier parte: una calle, un ciclovía, una cola de banco, un casino, un restaurat, una charla, una discusión, una librería y se convierta en una pequeña revolución cotidiana. A veces pienso que me observa pasar por ahí y me lee -entrelíneas- con subtítulos desde otra ciudad no elegida o desde una cortina sin sacudir.
He pensado en mi abuela, que es una mujer que ha dado la vida por su familia y por enseñarme y entregarme cosas a mí, más que mi padre y tanto como mi madre. Pienso en mi padrastro y el día en que llegó a nuestra vida con todas sus cosas admirables. Haberme enseñado a sacrificarme tanto por las cosas, pienso en su esfuerzo y en las recompensas que se merece. Pienso en el orgullo que represento para ellos cuando alzo la voz por lo que no me parece justo, y en que bajo ningún punto de vista espero defraudarlos. Pienso en que tener un padre irresponsable es una forma de asumir que hay cosas que vienen por defecto y que así debo quererlo, pese a todo el dolor que me ha provocado y pese a todo lo mal que se ha portado, el perdón es parte de un abril.
El tiempo gira y se multiplica y se divide por cero en el mismo acto, que estos días son una vorágine entre la charla de Marco Enríquez Ominami en la facultad, mis ganas de vivir intensamente y hacer cosas. De estudiar tan poco por una desconcentración que es directamente proporcional al entusiasmo, y que se desborda en esa a veces admirable (para algunos), despreciable (para otros) estructuración de una forma de vivir al límite. Pienso en que puede que un día voy a morir de pronto, sin aviso, quién sabe porqué y eso explique todo esto. Y de verdad que no me gustaría morir tan joven, y tan pronto sin haber vivido tantas cosas extraordinarias que faltan. Recorrer Sudamérica, aprender idiomar, leer y escribir libros, preparar la revolución de nuestros hijos y nietos, inventar cosas de otros tiempos, dormir hasta tarde, llamar a horas imprudentes, beber menos, seguir no fumando, las tardes de domingo con sentido, soñar despierto cosas que si no se asumen como ciertas y posibles nunca se vuelven realidad. Eso me he pasado estos primeros diez días de abril, eso sin querer me pasa hace varios años. Estoy construído de cosas que para algunos son clichés y para otros convicciones. Vivo entre palabras livianas y complejas, entre señales de humo y tweets a deshoras. Si dejara que todo eso no me importe, ya no sería quién soy. Aprendí a querer lo que tengo, a valorar que es más que de lo necesito pero no por eso dejar de proyectar el presente. Varios años después me di cuenta que no todo me da lo mismo, y que en realidad tu margarita sólo a un lado de la cara me enseñó más de lo que debía aprender de ella.
lunes, 2 de abril de 2012
Lo asesinaron, pero sigue vivo
Para contrariar todo lo que se ha dicho, era un pensador
práctico. De otro modo es imposible pensar que lo que escribió y defendió sobre
el respeto irrestricto de los derechos esenciales que emanan de la naturaleza
humana, no tuvieran ningún valor al momento de justificar ideológicamente la
violación sistemática de los derechos humanos perpetrados a partir del golpe
militar. La oportunidad propicia para la
creación de una institucionalidad que él junto a otros pocos y designados
redactaron a partir del Decreto Ley 128 del 12 de Noviembre de 1973. Todo como
una obra perfecta de esa vieja costumbre republicana de arrogarse el Poder
Constituyente del Pueblo.
En su ideario político la libertad y la autoridad siempre
tuvieron manifestaciones algo difícil de comprender. Heredero de una concepción
conservadora de rama corporativista y que sería abandonada posteriormente por
una neoliberal a partir de Hayek y la
Escuela de Chicago, niega a la democracia el rol preponderante que debe poseer.
Para Guzmán la democracia es sólo un instrumento, de ahí que se oponga a todo
lo que diga relación con el constructivismo social. Eso explica que el contitucionalismo
que propugna sea uno autoritario, expresión de una democracia representativa
rígida y a esta altura de nuestra historia, verdaderamente anacrónica.
En su aspecto político fue más consecuente. Dijo las cosas
por su nombre cuando tuvo que defenderlas, y no le importó entrar en
discusiones con autoridades eclesiásticas o políticas de ese momento, pues dada
su astucia y carisma, fue capaz de ganarse el respeto de quiénes lo rodeaban. Como
ser así en Chile para bien o para mal trae problemas, Guzmán los tuvo y mira
como vino a terminar todo. El mérito de
su obra tuvo una expresión política que hoy nos desborda por todos lados: la
UDI. El partido político más grande que existe hoy y que ha logrado
penetrar los distintos estratos sociales
a través de una propuesta interesante para mucha gente desinformada, y
consignas de corte populista que nunca serán reconocidas por ellos como tal,
pero que el solo hecho de autodenominarse UDI popular los vuelve partícipes de
ello. Eso se ve favorecido por todo el despliegue fáctico que representa a
través del poder económico, la influencia de todo tipo de sus líderes y
simpatizantes y el factor pragmático de
Jaime Guzmán que sigue alojado como un hijo obediente que sabe cuando comerse toda
la comida y lavarse los dientes.
Podrá ser un partido objeto de críticas permanentemente,
pero su posicionamiento en esta parte de la historia es indiscutible. Tanto
como el aporte que hizo su fundador al país y que Concertación más Concertación
menos, nos persigue como el espíritu que le habla a Longueira de vez en
cuando. Defender arduamente la libertad,
cuando se trata de liberalismo económico; pero oponerse a un verdadero
liberalismo político y más grave aún, a una verdadera libertad moral de sus
ciudadanos. Sustentar su visión en el
emprendimiento traducido en crecimiento económico, empleo y un Estado pequeño,
y oponerse a otras alternativas redistributivas de la riqueza, de la construcción
social permanente y de una democracia más profunda. Por eso en el ejercicio
cotidiano de las discusiones mediáticas usted puede ver a una UDI partidaria de
la rebaja o eliminación del impuesto específico de los combustibles (UDI
popular, pragmatismo Guzmaniano, respuesta ideológica) frente al rechazo de
discutir temas como el aborto terapéutico (UDI conservadora, que no le importa
imponer sus preceptos morales a los que piensan distinto) o la necesidad
urgente de un salario ético y digno para las familias, y no esas medidas
paliativas impulsadas por Lavín en el Ministerio de Desarrollo Social (UDI
dominada por criterios economicistas, y no humanistas como en el caso del
aborto).
Su asesinato es digno de una columna mucho más extendida,
pero basta decir que no existe una única respuesta para explicarlo.
Metafísicamente todo tiene una causa y efecto, su causa es el apoyo irrestricto
a los actos deliberados durante la dictadura y su voluntad permanente para
proteger a quiénes participaron de ellos, desde todas partes, ensuciándose o no
las manos. El efecto es lamentable y en la construcción de una mejor sociedad no debe volver a repetirse. Eso debe quedar
como una lección para moros y cristianos.
Lo que resulta curioso es que 21 años después, en un acto de lealtad, memoria y fidelidad,
los miembros de su partido pidan justicia con tanto fervor para que los
responsables de este crimen no queden impunes. Ojalá hubieran tenido la misma
energía cuando se trató de hacer justicia contra Pinochet y otras personas
implicadas en tantas caravanas de la muerte y la tortura, que quedaron sin
justicia, y que ellos en su defensa incólume justificaron y de las cuales se
volvieron cómplices por el resto de la historia.
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