miércoles, 9 de febrero de 2022

Viajar ligero de equipaje

 Venía en el metro pensando en las personas que van y vienen del trabajo ligeros de equipaje y de cosas en las manos. Con suerte celular, llaves, billetera. A veces audífonos, a veces no. Eso replicado a viajes largos o viajes cortos, desplazamientos significativos o de menor impacto, es todo lo contrario a lo que elegí despistadamente el día en que asumí que la naturaleza propia implica un constante movimiento junto a objetos esenciales. Como ejercicio, trato en algunas ocasiones de salir ligero de equipaje, y pocas veces lo consigo.

Son completamente estoicos y no lo saben. Quienes fracasaremos en ese intento, deliberadamente elegimos una mochila, una agenda, libros sin leer, lápices, basura, monedas, audífonos que alguna vez se enredaron y luego solo quedaron ahí sin carga, chicles, carpetas, documentos, boletas, cargadores, golosinas, más basura, como una metáfora de asumir un peso que nadie nos asignó y que elegimos como acto inverosímil. 

Lo anterior aplica a las carencias, miedos, frustraciones, vacíos, confusiones, esperanzas, alivios, dolores y resentimientos, en un espiral que nunca pondera lo que es de acá y lo que es de allá, solo asume enfrentar al mundo, adentro de una canaleta que tiene hojas acumuladas que no permitirán fluidez alguna. Se puede pensar que quienes viajan ligeros de equipaje tiene menos herramientas para enfrentar las dificultades, versus quienes deciden acompañarse de objetos de todo tipo, pero es probable que gocen de mayor claridad y perspectiva al decidir, respecto de quienes reaccionarán empleando alguno de los múltiples objetos acumulados, en una mayor probabilidad de confusión y acciones erráticas.