Juntarse a compartir y conversar con otra persona debe ser de las cosas más simples y máximas que hay en la vida moderna, y en la vida de cualquier época en realidad. Aunque a nadie le parezca algo significativo a priori, el solo hecho de coexistir en un espacio mutuo por un tiempo determinado, preciso y elocuente se traduce en un motivo '¿acaso habrá algo que se le compare?
Se requieren tan solo dos personas, un espacio, un lenguaje y un asunto sobre el cual divagar sin ir más lejos que la escena respectiva.
Si a eso le sumamos comida, algo de beber y acontecimientos para recordar o a los cuales proyectar el tiempo para lograr un recuerdo, ya logramos la excusa para volver al encuentro.
En tiempos en donde todos parecen correr de un lugar a otro sin perder espacio significativo en cosas que no justifiquen los objetivos racionales, cada lunes se transforma en la forma de darle sentido a comenzar la semana junto a lo más simple y hermoso de vivir por estos días: sostener una conversación espontánea.
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