miércoles, 16 de mayo de 2012

El Robo De La Guagua


Una de las noticias de ayer me tiene indignado. Los periodistas, en su afán de precisar la información, resaltan ciertas características de los sujetos involucrados y esta vez no fue distinto. La mayoría de los medios muy temprano habló de la noticia refiriéndose a “la ciudadana peruana”, o “Lupe Carbonell, peruana”. Usted puede pensar que es relevante agregar junto a su nombre la nacionalidad, pero en este país agregar dicha característica la mayoría del tiempo dice relación con una suerte de denostación permanente. Discriminación. ¿O es que acaso me va a decir que es lo mismo cuando se refieren a una ciudadana francesa que hizo tal cosa que cuando es una peruana?
Puede decir que es parte de la idiosincrasia, de la falta de cultura, mirar al hermano peruano como inferior o lo que quiera, pero los medios de comunicación no dejan de ser responsables al emitir sus comunicados.
Qué falta de rigor. La mayoría de los matinales, informativos y noticiarios hablaron derechamente de “el robo de la guagua”. Así, tal cual. En primer lugar, una guagua es una persona. Las cosas se roban, se hurtan o se usurpan dependiendo de lo que se trate. Las personas, en cambio, pueden ser víctimas de secuestro o sustracción. Y no fue la prensa coloquial, sino un programa de televisión abierta, con periodistas y un equipo técnico detrás. “Robarse una guagua”, cinco años de universidad para decir eso. Poca gente se inmutó. Al final, uno de los panelistas de Bienvenidos se cuestionó el error y lo corrigió.
Usted podrá pensar que “la ciudadana peruana Lupe Carbonell robó una guagua desde el Hospital San Borja Arriarán” es un mensaje claro que no merece mayor cuestionamiento, porque logra comunicar lo que es esencial en la noticia. “Igual se entiende, no seas exagerado”, me dice alguien cuando le comento el episodio. Precisamente por no exagerar en estos temas es que ahora los medios de comunicación dicen las cosas como quieren, sin que nadie les exija mayor rigor ¿Y por qué? ¿Porque la gente es ignorante? ¿Porque sus superiores tienen la misma falta de rigor técnico que sus subordinados? ¿Porque da igual como se digan las cosas, si al final la gente quiere algo breve y que se entienda?
Tanta crítica ha habido hacia la calidad de los profesores, médicos, abogados y otras profesiones con la proliferación de tanta carrera universitaria a cualquier costo que una de las más cotidianas ya ha comenzado a dejar su huella en la sociedad del conocimiento.
Tanta mediocridad a la hora de informar por cualquiera que sea el motivo, provoca un círculo vicioso en el que la gente “ignorante” cae sin retorno y se va formando una suerte de imagen de las cosas en la medida que los informativos se lo plantean. Uno podría esperar más ligereza de medios como LUNLa Cuarta, los reportajes deMega o Chilevisión, pero ya es algo casi generalizado. Imagínense que en ese tiempo en el que hubo varios parricidios cometidos contra mujeres y homicidios contra convivientes o parejas se llegó al absurdo inventar un nuevo tipo penal llamado femicidio. Digo absurdo, porque la ley 20.480 bien podría haber endurecido las penas y ampliado su hipótesis a la figura del conviviente como bien lo hizo, pero esa denominación de femicidio no fue más que un invento de la prensa, que ante la falta de rigor del mismísimo legislador y gobierno adoptó para sí. Una vergüenza.
Cuando iba en segundo básico me enseñaron que los medios de comunicación tenían por función informar, educar y entretener. Asumiendo que dichos criterios hoy se subordinan al rating, auspiciadores, grupos económicos controladores de las empresas que proporcionan información, líneas editoriales y los límites de tiempo y espacio cada vez más acotados, poco es lo que se puede informar. Para qué vamos a hablar de la educación, si hasta el Icarito ya no es como antes. Lamentablemente nos va quedando a salvo la entretención. Digo “lamentablemente” porque todo se reduce a lo mismo. Una básica cultura de consumidores cansados volviendo de sus ocupaciones que buscan algo básico, ojalá lo más básico posible. Qué importa si el periodista me dice que se robaron una guagua: ya lo entendí, me causó gracia y la encontraron a tiempo.