miércoles, 11 de noviembre de 2015

Ruta 68

El bus debería haber llegado hace veinte minutos y un perro me mira esperando que le siga tirando pedazos de un sandwich que estaba destinado a ser compartido. No sé si esta rutina se extenderá mucho tiempo, pero lo cierto es que me ha provocado un anhelo profundo de regresar para estar más cerca. Algo me dice que ha llegado la hora de partir, como un buen viajero que arriba a la decisión de emprender vuelo nuevamente. Seguramente extrañaré Concepción, pero este reencuentro con Santiago y sus miles de paisajes urbanos me han calado hondo. Es probable que en este regreso encuentre algún rastro de ella en otras mujeres. En realidad pido apenas una dosis de complicidad y mesura en alguna que me logre cautivar completamente. Porque es un poco agotador conocer mujeres tan banales e intrascendentes todo el tiempo. 

El bus llegó y me subi a dormir. Traté de dormir con todo el sueño de un día intenso, y es imposible. En estos días me pregunto si es que acaso ella se acordará de mi. Porque yo la recuerdo tratando a la vez de postergarla entre otros pensamientos más presentes y pasajeros. Me gustaría volver a desafiarla sabiendo que voy a perder, aunque al final pierda ganando. 

Me queda poca batería, asi que es probable que esta nota no se termine de escribir completamente. Ignoro en que lugar de la ruta 68 vamos, pero por el transcurso debemos estar por llegar al túnel. Recuerdo que en octavo básico con algunos compañeros de la pastoral vinimos a una peregrinación a Lo Vásquez bajo la excusa de que habrían niñas rubias de esos colegios cuicos y cuando llegamos nos encontramos con puras viejas guatonas. Parece que ahí comenzó mi desencuentro con la fe. 

Qué complicado esto de la fe. En algún momento le dedicaré el tiempo que merece. Por estos días trato de leer y entender El Otro Modelo, porque en esas páginas se encuentro un poco del Chile que viene en la segunda mitad de esta década. Que será aquella en la que comenzaré a hacer mi carrera y todas esas cosas que vienen por añadidura y sin que uno las busque con tanta insistencia. Como estos meses, en los que me maravillo aprendiendo cosas nuevas y conociendo personas valorables. El Congreso seguramente seguirá siendo un espacio deslegitimado, pero es una tremenda escuela para los que viven en sus pasillos y habitan esas desesperanzas. 

¿la mujer del comienzo de esta nota volverá algún día? ¿será que acaso todo esto es una etapa más para cuando se decida a buscarme? en ese caso tendré que algún día buscar a la bruja que me lo anunció para darle gracias.