martes, 26 de abril de 2016

Regreso a casa

Venía reflexionando que hace algunos meses anhelaba cerrar pronto una etapa para estar en esta, en donde sueño más libremente, avocándome a tareas cotidianas, ganándole un poco al desaliento imperante, tomando el peso de lo relevante en silencio, sigilioso de las señales de cada tiempo. En ese constante ir y venir que tienen algunos pensamientos o preguntas frecuentes, del hombre caminando que conversa consigo mismo, pensaba si estaba o no haciendo lo correcto. Empecé a estudiar chino tres veces por semana, los martes y jueves voy a clases de filosofía después de la jornada, experimentando en todo ello un desarrollo del espíritu comprobable en la felicidad de llegar cansado a la casa. La política ocupa gran parte de mi tiempo, el estudio del derecho, la lectura, la contemplación de lugares, la tranquilidad de sentarse en alguna parte de esta ciudad a esperar algo que todavia no acontece pero que viene conforme al esfuerzo y la paciencia.

Pensaba en mis hermanos y sus anhelos, en mi familia y la paz de su ajetreo liviano de cada dia. En mis amigos y su diversidad de intereses, en este reencuentro con la fraternidad y todo el mundo laico. En esa conversación invisible del humanismo cristiano y laico que pocos han logrado valorar. Me daba risa que todos los puentes y caminos me hagan transitar constantemente entre tantas personas maravillosas.

Pensé en algunas mujeres que conoci estos últimos meses, en las posibilidades, en las que son serias y en las que solo pretendería encontrar su cariño y algo más que eso. Divagué en los hombros delicados de la última con la que desperté, tratando de establecer los pasos necesarios para volver a repetir eso y entonces cai en la disyuntiva de siempre. Me vi dividido entre dos mujeres, recordé la forma en la que miran a los ojos cuando hablan y no le creí a ninguna.