lunes, 26 de octubre de 2015

Ciclo

No tengo mucho tiempo para escribir esto, pero tengo que dejar un testimonio para cuando encuentren mi cadáver en algún lugar. Nunca obedecí a mi padre cuando dijo que meterme en política me iba a traer problemas. Es tan triste que los padres tengan la razón cuando se trata de nuestros fracasos. En este caso,  no haber acatado tu orden probablemente me haga no volver a verte de nuevo. Sé que eres fuerte, a pesar de que todos crean que a ratos seas incapaz de controlar tus cambios de ánimo y eso afecte a la familia. Me acuerdo del día en que dejé una nota en el librero y el viento hizo que se volara, y cuando no volví por la noche saliste a buscarme a la casa de mis amigos. Nunca olvidaré esa conversación de vuelta en el auto, en la que me volviste a advertir lo de siempre. Lo lamento tanto. Nos tocó ser padre e hijo en una época tan injusta y desoladora, pero ya sabes todo lo que pienso. A pesar de mi corta edad, nunca he dejado de que la convicción supere los miedos de no enfrentar las amenazas de estos años. Lo único que te pido, es que mi madre pueda entenderlo, porque a pesar de todo, tú me entiendes. Hay un cuaderno con mis testimonios adentro del colchón de mi cama. Escribo cambiando los nombres, pero a pesar de eso es fácil de entender. En él encontrarás mis reflexiones de estos años. Por favor, no permitas que nadie se los lleve, escóndelos en otra casa de ser necesario. Es importante que algún día eso sea publicado y compartido. Lo único que me hará descansar en paz es saber que no seré un mártir anónimo, al menos concédeme esa chance papá. Sé que cuando haya pasado todo este tiempo y quienes nunca arriesgaron nada entre medio de abrazos y palmadas en la espalda, estarán dispuestos a hacer de eso un libro.

En caso de que aparezca en un tiempo más, sólo dame un abrazo y olvida lo que has leído. Existe la posibilidad de que en el futuro esta carta solo sea una mala experiencia, y las navidades y cumpleaños hayan sido capaces de borrar las heridas de una dictadura que engendró estos hijos tan temerarios. Es esa esperanza la que a pesar de todo, nos mantiene intactos. La esperanza de que volvamos a encontrarnos después de padecer el horror.