viernes, 26 de junio de 2015

Fina Ropa Blanca

1. Ella se reía con su fina ropa blanca
    Despojándose al sol

 Siento el impulso de llamarla, en un momento en medio de la concentración debilitada, por las horas desvanecidas, y el error involuntario de haber restablecido los datos del teléfono se ha llevado su número junto al de la mayoría de las personas importantes, o menos importantes. Ni siquiera sé que le habría dicho, alguna nimiedad podría haber inventado justo en el momento en que se marcan las pulsiones, para que en medio de esa conversación infundada su carcajada quedase en mi oído algunos minutos después de colgar. Interpreto la señal como una negativa, concluyo que es deber cambiar el rumbo mientras tanto.

2. Como un fantasma que deshollina todo mi cuerpo
     Una piedra en el sol

(...) Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo (...) Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar (...) El nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Un gran poema de Borges en tiempos en que no me enamoro de nadie. Basta con mirar por la ventana en las mañanas para saber que tampoco ocurrirá hoy. Me limito a que si la suerte me acompaña, termine siendo abducido por alguna vagina en ese breve espacio de tiempo quizás insignificante. He definido el concepto bajo la frase: el imperativo categórico de ser abducido por una vagina y ser inundado por su humedad de vez en cuando. Cuando lo escribí hace un tiempo, mi interlocutura válida esbozó una carcajada explosiva. Una piedra en el sol.

3. Todos los espejos de su corazón se quebraron en mi

 Mi frase favorita de esta canción de Spinetta. Justifican plenamente los cinco minutos y dieciseis segundos. Podría incluso precisarla. Las tristezas pueden culminar para quedarse a vivir un tiempo más en la agonía. Eso me pasó el otro día. No podemos escapar a la tendencia de volver relevantes los sucesos que pretenden volverse significativos y que en el fondo sólo vienen a confirmar sospechas y azares repentinos.


4. Todas las mañanas me parecen una
   
Así tal cual.

viernes, 19 de junio de 2015

siete de picas

Los días pasan como si no pasara nada sobre ellos, en días en que parece que afuera están pasando cosas importantes en las que estoy privado incluso de ser un espectador. A tal punto que la Copa América se transformó en una rutina transitoria, un bálsamo de pereza al culminar cada jornada, con o sin mérito, con y sin certezas. Aunque la vida me haya regalado la oportunidad de ver en el estadio a Chile contra México, en circunstancias en que las horas son lo contrario a ello. Hojeo libros que caen en mis manos voluntaristas de otros lugares y personas, como si en ese ejercicio brevísimo pudiese alcanzar una perfecta elusión al deber. Joaquín Edwards Bello y Jenaro Prieto son mis copilotos. Las crónicas de un Chile viejo, miserable, particularmente contradictorio y lleno de hipocresías permanentes, tremendamente más pobre y menos cretino que el actual, más que resultar un desaliento, son una humorada, una excusa complaciente, una sonrisa para volver a dedicar horas a la misión. Sé que tengo que empezar a dormir menos horas, compensar la incertidumbre con pulsión y motivación personal, olvidarme de algunas mujeres, renunciar a soñar despierto entre párrafos importantes, lograr que los intervalos sueltos de mi presente sean eficientes, ejercer la libertad de los esclavos que no soñaban con ser libres sino con ser amos.
Entretanto renuevo las canciones, o las vuelvo a repetir sin advertirlo, permanenciendo cauto y determinado en el avance. Un día puedo obsesionarme con el cine italiano de los años 60 y al otro releer a Cortázar con la adicción a los lugares comunes de otro tiempo, para terminar viendo videos de goles en youtube mientras arroz cae en el teclado del notebook, y en otro lugar alguien me recuerda sin motivo aparente. Estoy dispuesto a jugarme por cosas importantes si antes cumplo con las exigencias mínimas para avanzar a ello. Puedo superar mis dilemas existenciales y comenzar a trabajar para ejercer y construir un proyecto colectivo. Volver a escribir con pujanza y entereza, sin claudicar ante el anhelo de relatar y describir los problemas de este tiempo bajo situaciones parecidas y menos apocalípticas. Puedo rehuir al hado sin tener que explicar causas y consecuencias, esperando que al despertar al día siguiente lo que venga sea tan igual como el ayer pero menos inverosímil. Me rodeo de libros y papeles, de colores que resaltan a la vista mientras visto otros opacos, busco la inspiración que corresponde a las tareas cotidianas con la misma convicción que busco las pantuflas debajo de la cama y tiro la cadena después de orinar. 
Voy a lograrlo, y cuando ello suceda, pretendo leer y hacer todo lo que esté a mi alcance.