viernes, 2 de septiembre de 2016

El ánimo contemplativo

La sensación de ir mirando por la ventana de un vehículo que avanza por el litoral central es como volver a lo que más amé de mi infancia. 
Desde chico me obsesionaron las calles y las rutas, trataba de comprender cada pueblo y lugar, porqué las casas de un lugar se diferenciaban de otras, porqué los barrios pobres escondían cosas más interesantes que aquellos lugares de mejor aspecto. Disfrutaba mucho mirar por la camioneta el antiguo camino a Melipilla, los árboles, los autos contiguos, las señoras vendiendo tortillas y pasteles, el charqui y un sorbo de coca cola, todo eso que se esfumó cuando unos años después apareció la autopista del sol. Puedo precisar incluso algunas conversaciones, aunque eran años menos aproblemados, por algún motivo un tiempo más feliz, el que lograba reunirnos a todos en ese lugar y en donde mi comprensión de niño era un poco más desarrollada gracias a mi espíritu callejero e inquieto. Por lo mismo siempre supe que todo eso tarde o temprano se acabaría, que los años harían que todas las personas que estaban ahí reunidas por distintas razones terminaran separadas, y lo que me producía tristeza era el hecho de que no podría volver a recorrer y ser feliz por esas escaleras y en esa terraza de color calipso, en donde el mar parecía quedarse quieto como en los cuadros o las postales más insípidas que existen. Debe ser por eso que el contemplar acercarme a ese lugar me produce tal nostalgia, pues a pesar de todo, sé que volveré a ese lugar a consagrar mis anhelos de una y otra manera.

Levantarse en la mañana y que esté mi abuela contenta atendiéndonos a todos, pan tostado con palta, pastelitos, el taca taca en la terraza, los caracoles en la pileta y los peces rojos, blancos, negros, amarillos y algunos con escamas azules, que nadan de un lugar a otro conforme alguna sombra se posa sobre ellos. Por eso mismo hace algunos años trace como objetivo volver a esa casa, como dueño de ella, no importando quien deba vendérmela ni cuanto deba pagar por ella, para construir en ella mi refugio, mi lugar donde poder estar en paz, en donde volver a ser ese niño que sabía que las cosas del mundo eran complejas a pesar de que solo me dedicara a jugar. Y aunque a ratos me perturba la idea de tener que dedicar parte importante del tiempoa solo a ganar dinero, quiero generar lo suficiente para que lo antes posible pueda concretar este anhelo, y recibir por fin en esa casa a mis amigos y parientes, con orgullo y con el corazón tranquilo. 

Supongo que saber lo que se quiere y trabajar por ello, es algo que al menos me ayuda a no perder mi tiempo en cosas que la mayoría del tiempo no tienen sentido.