martes, 12 de febrero de 2013

Yo quería escribir de las putas de puerto.


[El siguiente texto lo escribió un amigo bajo ese seudónimo, le da flojera hacerse un blog y me pidió que le publicara en el mio. Es poca la gente que pasa por aquí, pero supongo que los de siempre lo leerán con gusto].


Por Alberto León

Yo quería escribir de las putas de puerto.


Si es cierto, Rivera Letelier las ha retratado bien, pero con esa colcha nitrosa que hace

parecer viejo un trabajo que es actual, de todos los días y cerca.

Nadie se acuerda de ellas, y al verlas de cerca pienso que ni ellas piensan en sí mismas.

Debe ser difícil, muy difícil. Se crean alter ego y muchas veces se inventan una vida
alternativa –que trabajan o estudian-.

Al conversar con ellas no me es fácil abstraerme de mi deformación profesional y

pensar que muchas deben tener trastornos psicológicos.

Convivir con gente que no conocen, amigas que se vuelven competencia, hombres

que no buscan amor. Y al salir de su trabajo; ¿encontraran apoyo?, ¿Cómo serán sus
parejas, sus familias?, ¿Qué pensaran de ellas?... tal vez esa sea la razón porque quedan
embarazadas, desean tener algo propio, que no cuestionen su vida (o por lo menos no lo
hagan durante 10 años).

Las mujeres de la noche en el puerto tienen unos rasgos especiales, al ya desagradable

trabajo de entregar su cuerpo a hombres desconocidos, lo hacen con gente de todas las
razas, de todos los idiomas. Que difícil es vivir de turno de noche permanente, no saber
de mediodías. Dormir cuando todos trabajan y trabajar cuando todos duermen.

Nadie va escribir de ellas. Nunca he sabido de un funeral de una de ellas. Y cuando

fallecen en las tragedias que de vez en cuando se dejan caer en el barrio rojo, nadie se
preocupa mucho.

En el siglo XIX los bohemios de París dedicaban muchas horas a reconocer algo de

lo que dije, incluso más de alguno se enamoró de una mujer de vida nocturna. No sé
que les pasó a los bohemios actuales, parece que les tienen miedo a la verdad, la cruda
verdad.

Quisiera haber podido escribir algo más extenso, más poético u en su defecto; más

completo, les ruego me disculpen. Creo que con mi limitada exposición podré aplacar
mis sentimientos de ingratitud para quienes cumplen una función social tan o más
importante que muchos servicios públicos.

Quisiera que ellas supieran que mientras veo sus cuerpos a la luz de un patético neón

rojo sí las respeto, en el fondo, aunque mi sonrisa diga lo contrario.

Lo que transita, lo que permanece I

Debe ser terrible eso de vivir una vida que no quieres y que el resto piense que eres exitoso y feliz. Probablemente considerarán ese éxito en orden a lo que exige la vida actual. Mientras en realidad eres exitoso precisamente cuando vives lo que elegiste, independiente de los resultados que al final de los días sólo sirven para evaluar. Al frente del mall del centro de Conce, afuera de un videoclub que aún sobrevive hay un caballero que vende artículos y utensilios en madera, imagino que hechos por él mismo. Está en el mismo lugar hace varios años, días de lluvia, de sol y de bipolaridad climática. Con su bigote, que es como el de esos colombianos de la serie de Pablo Escobar, pero bajo la humildad y sencillez de un hombre que permanece. Hace unos días conversé con él por primera vez, mirando al trabajador que está en la grúa del mall con ese modo de presión en el que arriesga su vida, sólo por que les paguen a él y sus compañeros. Coincidimos en varias ideas. El hombre que permanece y el que transita hablaban de lo mismo. 
Nos impresionó como cambian los paisajes no obstante los escenarios vuelvan a configurarse de la misma manera. Ayer era una mina de carbón y hoy la construcción de un centro comercial, y en el consuelo encontramos que la mina de carbón pudo permanecer más tiempo. Excusa temporal, porque ambas ofrecieron condiciones precarizadas de trabajo, la diferencia es que la segunda había logrado legitimarse hasta tal punto que no ofrecía mucha opción. La política ha desaparecido de esta escena, o sólo duerme por un tiempo. Cuando despierte no creo que le vaya a agradar mucho el panorama. No obstante muchas personas, especialmente jóvenes, antes de entrar al centro comercial se tomaban el tiempo de firmar el libro de apoyo a los trabajadores. Alguien me dirá que eso no tiene validez alguna, probablemente sea el mismo tipo de persona que dirá que el éxito implica sólo un resultado positivo y material. Quizás esas firmas no sean una prueba contundente ni oficial, pero expresan algo está vivo y se inmiscuye por los subterfugios de toda esa mierda que representa la idea de un lugar así. Es cierto que no todos los empresarios tienen comportamientos reprochables, ni todos son así, pero no deja de ser llamativa la idea de que el mundo entero poco a poco comience a naturalizar ese tipo de trato. Precarizar la idea de dignidad de las personas en el trabajo, basados en el hecho significativo de decir que tener 10 bajo estas condiciones, es mejor que tener 20 para algunos y 0 para otros. Y no me deja de dar pena que las personas que defienden- aún con argumentos técnicos y doctrinarios muy legítimos- la idea de que es mejor vivir bajo estas condiciones obnibulados por la danza del consumo y las deudas, sostenida en una calidad de vida material, pueda llegar a contradecir todos sus principios. La diferencia entre los escenarios antiguos y los nuevos, es que los antiguos permanecieron un tiempo considerable para transitar lento mientras que los nuevos transitaron para permanecer así.