lunes, 18 de agosto de 2014

otro sábado

 Ayer venía por la ciclovía de Rosas como a las 8, y de pronto dos carabineros en moto por la vereda vienen persiguiendo a una señora peruana que corre con su carro en el que vende cosas y la imagen me parece tan violenta que me detengo, me bajo de la bicicleta y subo a la vereda. Los carabineros le indican que hasta cuándo le van a tener que decir que no siga en el lugar en el que se encontraba vendiendo, que busque otros espacios, y que haga caso de una buena vez. La señora con la cabeza agachada, muy agitada, responde que si, que no se volverá a repetir. Como mi naturaleza no me puede dejar indiferente ante estos actos, voy donde uno de ellos y le digo porqué este escándalo de salir persiguiendo a estas señoras por veredas. Que hay formas de proceder, que si acaso en la institución no les enseñan a guardar las proporciones en las cosas que tienen hacer para garantizar el orden público, incluso el hecho de que se trate de inmigrantes y ambulantes hace que todo parezca peor. Porque si se tratara de un inmigrante europeo rubio, ustedes no pasarían por la vereda de esta manera. Mi abuelo era Carabinero le indico, y estoy seguro que le daría pena ver algo como lo que acabo de ver. El Carabinero me mira sin decir nada y acelera en su moto. Y pienso: pacos culiaos sin criterio, conchasdesumadres. No he parado de pensar en esta imagen, en lo que significa, en lo fuerte que resulta para ellos tener que sobrellevar ese trato, que es algo que no se puede permitir. Nadie les enseña a ciertas autoridades a respetar a los ciudadanos, nadie les enseña lo que significa la dignidad. 

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