jueves, 4 de septiembre de 2014

insomne

1. Tomé mucho café hoy y no puedo dormir. Venía de vuelta de la biblioteca en la bici y decidí lo que escribiré quizás mañana o pasado mañana. Me di cuenta que los personajes al final son rasgos y actitudes de personas reales, o casi. Conforme al estilo se agregan detalles y elementos particulares. Mi idea última es tratar de contar lo que sucedió la década pasada, lo que está pasando estos años. No desde ese tono pontificador de que vivimos en el peor de los países, o que vamos rumbo a un nuevo desarrollo frustrado, porque en realidad lo que más interesa es rescatar el exámen crítico, no el consuelo, sino la evidencia en historias breves y sencillas. Explicar por ejemplo como esa gente que dejó de ser pobre en los gobiernos de la concertación, asumió su vida como algo atribuible sólo a su esfuerzo personal y sacrificio, a pesar de que hoy pueda verse sometido a abusos e injusticias diversas. Como ese discurso facilista de mi generación no es capaz de comprender que hubo un país pobre y peor que este del que hablan con tanto recelo. Pero remarco lo del consuelo, no es justificar una obra o un legado, porque para eso están las ciencias. La literatura habla de mundos y personajes simbólicos, tan certeros como erráticos pueden ser. No se trata tampoco de esa idea liviana y despolitizada de los problemas reales de la gente, sino de las vidas paralelas que asumimos en la vorágine del Chile actual. De ese rol de la mujer doblemente comprometida. Los adolescentes y los viejos empobrecidos nuevamente. El de los movimientos sociales en gestación y caminando por entusiasmo y con ideas religiosas. El del avance material inédito y el retroceso intelectual profundo.

2. La indiferencia al final es un poco dolorosa. Es bastante triste intentar ser tomado en cuenta y valorado por personas que te importan, mandando señales de interés y cariño, y ser ignorados. Es algo que sucede en todas las etapas de la vida, pero cuando uno comienza a sentirse más adulto, parece importar más. De alguna forma se va construyendo ese abanico de personas de las cuales quieres sentirte rodeado en los años venideros, o tratar de mantener relaciones fluidas de amistad y compañía, y advertir que por cosas que ya no dependen de tu voluntad todo comienza a frustrarse es una señal importante. En una actitud pragmática uno decide dejar de intentarlo, renunciar a una actitud genuina y abandonarse a los olvidos cotidianos.
Hice el experimento los últimas meses de desear una buena semana a personas que considero importantes, la mayoría respondió de vuelta y con el pasar de las semanas incluso llegaron a saludar primero. Son detalles, pero reflejan la reciprocidad. Entonces mis hipótesis pudieron ser comprobadas, y cada una de las personas que no respondieron ni tuvieron el simple gesto de repetir la costumbre, de alguna manera pasaron a otra categoría. No se trata de sentimentalismos baratos, ni de darse una importancia pretenciosa, sino simplemente de observar las tendencias espontáneas. Por eso quizás sea dolorosa dicha indiferencia, porque de cierta manera se espera, y al tiempo se mantiene ilusamente la posibilidad de que no suceda. Pero el estoicismo de cierta forma ordena que es un aspecto que debe ser superado de inmediato, y viene el pragmatismo de decir internamente: era. 


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